Miguel Ángel Mora
El olor a quemado es irritante, aún con tapabocas. Los pies se sumergen en la bruma generada por la vegetación calcinada y aún humeante, sin posibilidad de ver dónde se pisa, pero hay que avanzar.
Los brigadistas suben y atraviesan la Sierra de San Miguelito, bien equipados, con palas, picos, y azadones. Hay que caminar varias horas para llegar a las áreas donde todavía hay brotes de incendio.
Algunos se quedan a medio camino, quizá los voluntarios sin preparación, sin condición física; los brigadistas como los de Protección Civil Municipal, los de Conafor o los elementos del ejército o policías, avanzan con más facilidad. Muchos de ellos llevan recorriendo la sierra diariamente desde hace 29 días que inició el siniestro.
Algunos se entretienen en remover cenizas, otro apagan algunas humaredas; detrás de ello el equipo médico, al pendiente de cualquier incidente que sufran, una resbalón, alguna herida cortante, alguna quemadura. O insolación.
Es muchísima gente la que se ve en un ir y venir de la sierra, mientras los helicópteros dan vuelta tras vuelta acarreando el agua que derraman en puntos estratégicos, donde aún se ven llamas o emerge humo.
Solamente Protección Civil trabaja con 17 personas operativas involucradas en el combate al incendio, pero también coordina más de un centenar de brigadistas voluntarios. Y no se reconoce a nadie
“Todos con sombrero, gorras, pañuelos atados a la cabeza, tapabocas, lentes oscuros, y la ropa sucia”.
El sol de San Luis