Ciudad de México, 19 de julio (EconomíaHoy/SinEmbargo).– La irrupción de las grandes tecnológicas ha propiciado que en los últimos años se hayan multiplicado empresas como Uber, Airbnb o Cabify que forman parte de la economía de nuevos encargos o economía colaborativa, en donde las relaciones laborales ya no implican una vinculación obrero patronal y en su lugar se han implementado “sociedades”, y a pesar de que, en teoría ya no hay una relación que implique derechos y obligaciones, sigue existiendo una subordinación laboral que pone en desventaja a los trabajadores, aumenta la precariedad y multiplica las ganancias de las empresas.
La economía colaborativa, es un sistema en el que se comparten e intercambian bienes y servicios (muchas veces entre privados) a través de plataformas digitales. México ocupa el segundo lugar en América Latina dentro de la economía colaborativa, sólo después de Brasil, en donde en el sector de transporte ha sido el que más ha crecido alcanzado un nivel de penetración del 45 por ciento.
“Se conjuntaron dos cosas: el desarrollo de la tecnología y una cultura organizacional que lo que hace es ponerle un velo a las relaciones laborales y las oculta para no garantizar derechos, no hay una base de salario mínima, no hay pago de horas extras, no hay un mínimo de seguridad social para quienes trabajan en este modelo”, indicó Miguel Reyes, director del Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana.
En este sentido el desarrollo tecnológico y la innovación han incentivado el crecimiento de empresas que funcionan a través de aplicaciones, tal es el caso de Uber, Easy Taxi y Cabify, empresas que la semana pasada fueron sancionadas por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) por 6,400,000 pesos por presumir de un servicio seguro cuando en realidad se deslindan de toda responsabilidad, tanto de de los usuarios como de sus “socios”.
“No eres un trabajador formalmente, pero en la práctica sigues siendo un subordinado, a pesar de que eres un “socio”. Así, los socios de Uber no pueden ver la facturación completa, no toman decisiones junto con los accionistas, sigues siendo alguien que está subordinado a las decisiones de otros pero sin ninguna garantía”, afirmó Reyes.
Uber, una de las empresas más relevantes de este rubro, llegó a México en el 2013 y en 2016 incursionó en el reparto de comidas con el servicio de reparto de alimentos UberEats, esta empresa ha estado involucrada en varias polémicas tarifarias, de inseguridad para sus usuarios, así como con las condiciones con las que laboran sus asociados.
Mientras que Airbnb ha causado polémica por la ausencia del pago de impuestos, de acuerdo con un estudio elaborado por la Universidad Anáhuac tan solo en México suma 5,000 millones de pesos anuales por el concepto de evasión del Impuesto sobre la Renta (ISR).
De acuerdo con las empresas que forman parte de la economía de nuevos encargos su responsabilidad se suscribe a ofrecer la mejor aplicación posible, deslindándose así de responsabilidades tanto de los usuarios (prestadores de servicios) como de los consumidores.
ECONOMÍA COLABORATIVA SE EXPANDE EN LOS SERVICIOS
Por la gran injerencia que han tenido este tipo de empresas han expandido su negocio hacia otras áreas invadiendo el sector servicios, por ejemplo el de envío de comida, limpieza, encargos que se anuncian atractivamente bajo eslóganes como: gana dinero realizando tareas sencillas, sé tu propio jefe, controla tus tiempos, entre otros. Al final les permiten tener un ingreso, pero si las personas aceptan este tipo de empleos es o para tener otro ingreso o porque no encuentran otro trabajo mejor, indicó el especialista.
Además del sector de transporte que es el que más ha crecido, los servicios financieros tienen un 18 por ciento de penetración y los servicios empresariales un 12 por ciento.
“Hay un poder económico creciente en donde los derechos laborales no existen, tienes un modelo que implementa la figura de ‘asociación’ con el objetivo de evadir las responsabilidades que tiene un patrón con sus trabajadores. Aquí no hay ningún riesgo para el empresario, lo único que les genera son ingresos corrientes a costa de que todos riesgos los asume el trabajador”, advirtió Reyes.
El especialista explicó que este modelo ya se había probado en empresas establecidas físicamente, y fue a partir de que creció la cultura organizacional de las “asociaciones” junto con el desarrollo tecnológico, que aparecían los trabajadores no como trabajadores, sino como socios, pero fue el desarrollo de la tecnología lo que propició que éstos se concretaran como los conocemos ahora.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) refiere que la irrupción de las tecnologías, las nuevas formas de organización de la producción, la fragmentación del mundo del trabajo y el cambio en la relación laboral son solo una muestra de los desafíos para estos modelos.
LA FALTA DE REGULACIÓN EN MÉXICO
A pesar de que México ocupa el segundo lugar dentro de la región latinoamericana, de acuerdo con el reporte Economía Colaborativa en América Latina elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo es el país con más potencial de crecimiento debido a la falta de regulación específica.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial estamos frente a la Cuarta Revolución Industrial, y si bien el desarrollo tecnológico ha permitido que los usuarios y consumidores intercambien servicios entre sí, la mayoría están mediados por plataformas que cobran desde el 10 por ciento hasta el 35 por ciento.
El BID refiere que quienes han encontrado en este mercado un nicho de oportunidad son optimistas en el futuro, la mayoría cree que el mercado crecerá de la mano de iniciativas locales, pero sobre todo confían en la entrada de iniciativas internacionales, que contarán con la “confianza” de los usuarios al venir avaladas por un peso transnacional.
Con información de: Sin Embargo