Durante la temporada de Cuaresma, las cocinas potosinas se llenan del dulce aroma de la capirotada, un platillo tradicional que no solo deleita el paladar, sino que también está cargado de historia y simbolismo religioso.
La chef Monserrat Carranza explicó a EL UNIVERSAL San Luis Potosí que la capirotada potosina se prepara con pan tostado, jarabe de piloncillo, frutos secos, queso fresco o añejo y se decora con coco y chispas de colores. Cada capa de pan se baña con el jarabe y se hornea hasta integrar los sabores.
Además del sabor, la capirotada posee un simbolismo religioso: el pan representa el cuerpo de Cristo, el jarabe de piloncillo su sangre, los clavos y la canela evocan los clavos de la cruz, y el queso derretido recuerda el sudario santo.

El origen de este postre se remonta a la cocina española medieval, pero fue en México donde se transformó en una versión dulce adaptada a los ingredientes locales. Su nombre proviene del “capirote”, un gorro utilizado en procesiones de Semana Santa.
Actualmente, una porción de capirotada potosina puede adquirirse en aproximadamente 70 pesos el litro o 35 pesos el medio litro, según el lugar y los ingredientes. Este platillo sigue siendo un símbolo de tradición y fe para muchas familias potosinas durante la Cuaresma.