Carolina Herrera no es la primera diseñadora que se plagia la iconografía textil mexicana. Es una de tantas. Antes, otras marcas internacionales se apropiaron culturalmente del arte de los artesanos de Tenango de Doria, San Gabriel Chilac, Santa María Tlahuiloltepec, entre otras comunidades que han sufrido la rapiña vil de sus textiles (o cosmovisión, como ellos mismos la llaman, porque es su manera peculiar de representar sus símbolos familiares, colectivos y digamos que íntimos).
Ericka Carmona es una investigadora de estos diseños comunitarios, como huipiles, rebozos, jorongos, quexquemetls, huanengos, enredos y en un maravilloso libro de próxima aparición (que además es su tesis de maestría), ha consignado históricamente todos los plagios sufridos contra estas etnias, a veces, con la complicidad vergonzosa de las autoridades federales y amparados en terribles lagunas legales.
Dice Ericka que entre las diseñadoras plagiarias están Isabel Marant (que se fusiló bordados mixes) y entre las fast fashion está Zara (que se copió patrones textiles de Aguacatenango, Chiapas y Chilac, Puebla), la marca Nike (que robó diseños de arte huichol e intentó registrar como suyo el milenario Ojo de Dios) Rapsodia (que se apropió de bordados de la comunidad de San Antonino Castillo Velasco, en Oaxaca) e Intropia (que se adueñó de los bordados de Tlacoatzintepec, Oaxaca). Sin descartar a las marcas mexicanas que también se piratean impunemente a los artesanos oaxaqueños, chiapanecos y del Bajío. ¿La zona más plagiada vilmente a nivel nacional? Tenango de Doria.
Desde el 2004, me comenta Ericka, se presentaron en el Congreso de la Unión varias iniciativa de ley para proteger legalmente el conocimiento tradicional de los pueblos indígenas. Pero ninguna fue aprobada. Nuestros legisladores tienen cosas más importantes qué hacer que cuidar nuestro patrimonio cultural, porque ninguno de estos intentos para aprobar esta ley ha tenido éxito. Qué pena.
Ojalá que la senadora Susana Harp, gran conocedora igual que Ericka Carmona del arte indígena mexicano, pueda ahora sí ser escuchada por sus demás colegas legisladores y se apruebe de una vez por todas esta iniciativa trascendental. Si presionamos desde nuestros propios espacios de sociedad civil, habremos de despertar de su marasmo a los diputados y senadores tan indiferentes con el pueblo que los eligió pero tan buenos para improvisar discursos huecos.
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