Hace unos días el gobernador Ricardo Gallardo Cardona, dio un plazo de dos meses al Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi), para que resuelva la situación administrativa y de equipamiento del nuevo Hospital Central ´Ignacio Morones Prieto´, declaró que los usuarios “no pueden esperar más”. María y Vianey, son dos ejemplos de esas pacientes a quienes se les acaba el tiempo.
A Vianey García Castro le detectaron cáncer en la matriz hace tres años, antes de la pandemia sus médicos del Hospital Central le dijeron que, con los tratamientos, al parecer la enfermedad quedaría superada, pero no fue así y ahí comenzó el calvario, ya que con la llegada de Covid-19 y con la incorporación del nosocomio al Insabi, los medicamentos y tratamientos comenzaron a escasear.
“Luego se viene la pandemia, me dejan de dar citas, se me deja de dar seguimiento, pero ha sido una lucha constante, porque tengo unos catéteres que debieron retirarme hace un año y ya se calsificaron”, explicó.
Relató que el jueves 31, le negaron el acceso en el área de urgencias del Hospital Central para una transfusión de sangre, porque de acuerdo con el hematólogo se trataba de cuestión de horas para que muriera “y no tenía caso”, por ello tuvo que acudir al Hospital Lomas de San Luis y adquirir una nueva deuda de 23 mil pesos.
En el caso de María Laura Tovar Cruz, quien padece de insuficiencia renal, relató que el área de trasplantes tiene dos años cerrada debido a la pandemia, entonces durante estos 24 meses le ha sido imposible acceder a un riñón que le permita mantenerse con vida, situación que el propio titular de la Secretaría de Salud, Daniel Acosta reconoció, pues no cuenta con el complejo médico que le permita realizar trasplantes, ni tampoco cirugías de mayor complejidad.
María relata que en el Hospital Central hay muchas áreas cerradas, es imposible entonces realizarse estudios, porque no hay reactivos, además es casi imposible conseguir medicamentos para los tratamientos oncológicos.
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