Elena Poniatowska ha insistido en que deben declararlo Patrimonio Cultural de la Humanidad.
A un lustro de su fallecimiento su ausencia se hace más evidente: Gerardo Estrada, apoderado general de la Asociación Cultural El Estanquillo, aseguró apenas hace unos días que la figura de Carlos Monsiváis “está más presente que nunca en nuestras vidas”.
El cronista falleció un sábado 19 de junio, tras varias semanas de estar internado en el Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán. Su partida movió no solo a los grupos intelectuales en el país, sino incluso a las autoridades: se le veló primero en el Museo de la Ciudad de México, se le despidió en el Palacio de Bellas Artes y se le rindió otro homenaje en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.
Para conmemorar el quinto aniversario de su partida, diferentes instituciones culturales, tanto federales como del gobierno de la Ciudad de México, se unieron el 13 de junio en el Museo del Estanquillo/Colecciones Carlos Monsiváis para evocarlo a través de sus libros, de lecturas en voz alta, mesas de reflexión, talleres y hasta un concierto. Pocos han logrado unir a distintos colores de partido.
Elena Poniatowska ha dicho en diferentes momentos: a Monsiváis debería declarársele patrimonio cultural de la humanidad, “porque más que un hombre es una escuela, una casa, una asamblea, una calle, una galería de arte, un bar gay, una biblioteca, un aula, una taquería, un Vips, un San Simón, un feminista, un gato con siete vidas: no le alcanzaron las siete para hacer lo que quería, pero lo que logró fue asombroso. No solo maulló sobre los tejados de la colonia Portales, lo hizo desde lo alto del Empire State Building y de la Torre Eiffel. Desde esos pisos 35 o 60 o 90, a ras del cielo, nos hizo comprender que sabía no solo de política, también de arte”, destacó en el cuarto aniversario de la muerte del escritor.
Sin novedades
Ahora no apareció un libro nuevo, pero desde 2010 se ha publicado más de una decena de Monsiváis y alrededor de su figura, incluso fuera de México, como una antología editada por el sello argentino Mar Dulce con el título Los ídolos a nado, compilado por Jordi Soler y aparecido en España.
Más allá de las novedades editoriales, se recuerda la trascendencia de su vida y obra, como dijera Gerardo Estrada el pasado sábado: “La ciudad y el país le deben mucho a Carlos.
“Era una conciencia viva, una persona no crítica, porque si bien es cierto que tuvo una posición crítica frente a las cosas, Carlos era un analista, no era una persona que usara adjetivos o que descalificara o celebrara. Buscaba entender, comprender los fenómenos sociales y todo lo que sucedía a nuestro alrededor”.
Beatriz Sánchez Monsiváis, secretaria de la Asociación Cultural El Estanquillo y prima de Monsiváis, ha seguido de cerca lo que ha aparecido en torno al cronista, en especial al museo, con la certeza de que es el espacio que “él quería dejar para que gozáramos y nos informáramos de nuestra cultura y de lo que él coleccionó”, aunque también está convencida de que el cronista no había terminado mucho de lo que se había propuesto, aún tenía mucho por decir y por escribir.
Cinco años sin Monsiváis, sin su mirada crítica e irónica, lo mismo de la cultura que de la política, pero al mismo tiempo con una obra que aún no termina de ser leída en su totalidad, como se refleja en todo lo que coleccionó y alberga el Museo del Estanquillo, donde también reposan sus restos dentro de La gaturna, diseñada por Francisco Toledo.
El destino de los gatos
Unos días antes de la muerte de Carlos Monsiváis, uno de sus gatos,Mito Genial, se le había adelantado en el camino. Cuando el cronista falleció, una de las preocupaciones que se generaron fue acerca del destino de sus gatos, en especial ante las múltiples versiones que surgieron: la principal, que la familia los había “dormido”.
Si bien la prima del escritor, Beatriz Sánchez Monsiváis, reconocía las dificultades de seguir con los gatos, “eran un problema, sobre todo ya yéndose Carlos. La casa era de los gatos, Carlos así lo decía. Entonces era muy difícil limpiar, ordenar, con los gatos”, que, al final, se repartieron entre los amigos.
“La gente que se llevó los gatos nos ha tenido informados de cómo están. Por ejemplo, cuando se enfermó Miau Tse Tung nos enteramos de que tenía un tumor… Todos los detalles de los gatos nosotros los tenemos, afortunadamente se los llevó gente que quiere y ama a los gatos y los tiene bien cuidados”, contó cuando fueron repartidos.
Fuente: Milenio