CLAUDIA AL DESNUDO

DESTACADOS, OPINIÓN, RADAR

El Radar

Por Jesús Aguilar

Claudia Sheinbaum, la candidata del partido gobernante en México, apareció en Tercer Grado de Televisa. El encuentro estaba destinado a ser desafiante debido a la alineación de Sheinbaum con el estilo y las estrategias del presidente Andrés Manuel López Obrador durante más de dos décadas, amplificada por la narrativa ideologizada de Morena. Sin embargo, a diferencia del flexible y astuto López Obrador, Sheinbaum es conocida por su rigidez e intransigencia. Los márgenes y maniobrabilidad política del tabasqueño contrastan con la inflexibilidad de Sheinbaum, eso es algo real para bien y para mal.

La sorpresa llegó pronto, cuando el periodista René Delgado, ex director de Reforma y moderador de la mesa repitió la pregunta que una semana antes había realizado a la candidata de la oposición Xóchitl Gálvez, le preguntó si aceptaría los resultados en caso de derrota en las elecciones presidenciales. 

Hace seis años, en esta misma mesa, López Obrador afirmó que lo haría; Gálvez hizo lo mismo, subrayando su compromiso con la democracia.

Sheinbaum, sin embargo, no afirmó rotundamente este principio democrático. En su lugar, declaró: «Tenemos que ver cómo se desarrolla. Siempre hemos dicho que confiamos en el pueblo de México». ¡Caput!

Esta respuesta sugería que, reforzada por las encuestas actuales que pronostican su victoria, podría rechazar un resultado desfavorable y recurrir a la movilización social para defender lo que considera una victoria. Inmediatamente llegó el latigazo del funesto recuerdo de las acciones deaquel López Obrador en 2006 cuando paralizó la capital del país y se autonombró “Presidente Legítimo.

La respuesta de Sheinbaum fue desconcertante porque la pregunta pretendía establecer una base para prevenir el conflicto postelectoral, arraigado en las preocupaciones sobre la participación del Presidente en el proceso electoral, que ha provocado un debate público sobre la posible impugnación y anulación de las elecciones. Al no descartar el rechazo de los resultados, la postura de Sheinbaum aclaró declaraciones anteriores que parecían sin sentido hasta ese lunes por la noche.

Durante la entrevista, Sheinbaum reiteró su llamamiento del último debate presidencial en favor de un margen de votos significativo para minimizar cualquier posible impugnación. Se considera impugnación electoral cuando el margen entre los dos candidatos más votados es inferior a cinco puntos, suficiente para alterar potencialmente el resultado de las elecciones. Un margen mayor debilitaría el impacto de una impugnación, incluso considerando la intervención presidencial, en la que López Obrador ha incurrido, violando las leyes electorales.

Sheinbaum sugirió implícitamente que un margen de victoria menor a cinco puntos desestabilizaría el proceso electoral, dejando en entredicho los resultados. Esto concuerda con las acusaciones de su bando de un posible fraude electoral orquestado por la oposición, aunque un fraude electoral significativo suele requerir poder gubernamental, algo inviable para una oposición con recursos limitados.

La narrativa de un golpe ha formado parte del discurso de López Obrador desde febrero de 2022, alegando que sus enemigos pretenden frustrar un cambio genuino en el país mediante un «golpe blando». Entre sus adversarios han crecido periodistas, intelectuales, la Suprema Corte y diversas entidades internacionales. Esta idea, repetida más de mil veces en sus sesiones informativas matinales, se inspira en el concepto de revoluciones no violentas popularizado por Gene Sharp, cuyo trabajo ha guiado a muchos en la transición pacífica a sistemas democráticos.

Si bien esto puede parecer paranoia política, ha arraigado gradualmente la idea del fraude electoral y los golpes blandos en la conciencia pública, proporcionando una justificación para las afirmaciones de Sheinbaum y López Obrador. La noción de fraude electoral como parte de un «golpe blando» sirve para unificar a sus partidarios y justificar posibles protestas callejeras.

Esta estrategia, aunque aparentemente descabellada, coincide con la narrativa impulsada tanto por la candidata como por el Presidente. El problema subyacente puede ser que sus encuestas privadas no coinciden con los datos públicos, lo que lleva a Sheinbaum, al igual que a Gálvez, a expresar su confianza en la victoria a pesar de las recientes declaraciones contradictorias que reflejan aparentes temores.

Los riesgos sobre lo que pueda pasar en cualquier escenario persisten, la madurez democrática nacional también pero el trabajo de la 4T debilitando a las instituciones, el Tribunal Electoral, el propio INE y su mangoneo de San Lázaro y Reforma dan francamente mucho miedo…

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