POR: JESSICA HERNANDO.
¡Bienvenido sea usted a la era de las secuelas! Donde experimentar sentimientos de alegría, confusión, enojo, y decepción, o todos al mismo tiempo, está permitido.
Actualmente las secuelas se han convertido en un “must”, sean malas o no, para la industria cinematográfica, ya que han sido generadores de cantidades titánicas de ganancias.
¿Por qué nos emocionamos cuando sabemos que habrá segunda o tercera parte de una gran película? es una mezcla de sentimientos que se acumulan en nuestro estómago, esperando a ser liberados después de apreciar la determinada cinta. Nos encariñamos con él o la protagonista, odiamos al antagonista, hasta sentirnos parte de la historia. Por eso es tan difícil realizar una secuela, porque presenta todo un reto igualar, o superar, la primera película.
Aparentemente Colin Trevorrow, de la mano de Spielberg, no falló. Hasta ahorita, la película mantiene el record de ser la más taquillera, dejando a “Avengers” y a “Harry Potter” mordiendo el polvo; hablando del contenido creativo de Jurassic World, bueno, ese ya depende de sus expectativas.
Ahora, Star Wars de verdad representa un reto para JJ Abrahams, estamos hablando de la niñez, y adolescencia de muchos en la que George Lucas se encargó de hacer sentir al receptor como un Guerrero Jedi… o un Chewbacca. (porque todos tenemos un amigo Chewbacca)
Se vienen muchas secuelas, como la de Beetlejuice, dirigida por el mismo Tim Burton; Maleficent, aunque no es segura la participación de Angelina Jolie. También se esperan “El diario de la princesa”, y “Halloween” según Rob Zombie, aunque en esta entrega el encargado de dirección será Marcus Dunstan, guionista de “Saw”.
En fin, la apreciación de las segundas (terceras, cuartas, y así sucesivamente) partes de grandes películas representa una actividad ritualista que nadie debe estar exento de presenciarlas. Hay tantos remakes, tantas secuelas del cine clásico de Hollywood “habidas y por haber”, que no sería extraño saber que se realizará una película sobre el hijo de Forrest Gump, o la vida adulta de Matilda y su esposo Bruce Bolaños, ahora un hombre fornido y atlético con repulsión a los pasteles de chocolate hechos con sangre y sudor.