¿Cómo afectaría a México una guerra nuclear en EE. UU.?

MÉXICO, NACIONALES

Aunque México ha mantenido históricamente una postura firme contra las armas nucleares, no está completamente a salvo de sus efectos. Desde hace más de cinco décadas, el país se adhirió al Tratado de Tlatelolco, que prohíbe la fabricación, prueba o almacenamiento de este tipo de armamento en toda América Latina y el Caribe. Además, México tomó la decisión de forma unilateral de no permitir armas nucleares en su territorio, algo que lo posiciona como un promotor de la paz.

Sin embargo, un ataque nuclear en Estados Unidos podría tener impactos indirectos sobre el territorio mexicano. Esto no solo por su cercanía, sino por la fuerte interdependencia económica, migratoria y ambiental que comparten ambos países. En ese escenario, la cooperación bilateral, los protocolos de Protección Civil y los acuerdos de ayuda mutua se volverían esenciales.

Las consecuencias de una explosión nuclear van mucho más allá del punto de impacto. Uno de los mayores peligros es el llamado “fallout nuclear”, un tipo de polvo radiactivo que se genera cuando una bomba explota y lanza materiales contaminados a la atmósfera. Esta nube tóxica puede viajar cientos o miles de kilómetros, dependiendo de factores como el clima, los vientos y la topografía.

Ciudades mexicanas cercanas a la frontera, como Tijuana, Ciudad Juárez, Piedras Negras o Reynosa, se consideran zonas de mayor riesgo. Al estar próximas a instalaciones militares clave en Estados Unidos, como las de El Paso o San Diego, podrían ser las primeras en sentir los efectos del polvo radiactivo en caso de que esas bases fueran atacadas.

Pero el peligro no termina en el norte. Aunque el centro y sur del país podrían no estar directamente expuestos al fallout, sí experimentarían consecuencias importantes. Se prevé que habría afectaciones como escasez de medicamentos y alimentos, colapso en cadenas de suministro y migración masiva desde zonas afectadas. Ciudades como Monterrey, Guadalajara o Ciudad de México podrían enfrentar retos logísticos y sociales derivados de la emergencia.

Según El Colegio de la Frontera Norte, el nivel de impacto en México dependería en gran medida del lugar donde ocurriera el ataque, la magnitud de la explosión y las condiciones atmosféricas. En casos extremos, el fallout podría llegar en cuestión de horas a algunas regiones del país.

En estos escenarios, los protocolos mexicanos para emergencias químicas o radiológicas entrarían en acción. Dependencias como la Secretaría de Salud, Protección Civil y la Secretaría de la Defensa Nacional están capacitadas para actuar ante amenazas de este tipo, aunque nunca se han enfrentado a una de estas dimensiones.

Aunque por ahora una guerra nuclear suena lejana, el aumento de tensiones entre Estados Unidos e Irán ha hecho que algunas personas se cuestionen qué tan preparados estamos. Incluso Donald Trump llegó a declarar que en una eventual Tercera Guerra Mundial, México “ya no existiría”, lo cual generó preocupación y polémica.

La realidad es que ningún país cercano a Estados Unidos estaría completamente libre de consecuencias. La proximidad geográfica convierte a México en un territorio vulnerable ante cualquier conflicto de gran escala. A pesar de no ser un objetivo militar, las repercusiones económicas, sanitarias y medioambientales serían inevitables.

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