El Radar
Por Jesús Aguilar
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El nombramiento de Terrance Cole al frente de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) marca un nuevo capítulo en la política de seguridad estadounidense respecto a México. La estrategia de guerra abierta contra los cárteles del narcotráfico en la nueva era de Donald Trump, no solo redefine el combate a la criminalidad transnacional, sino que también amenaza con desatar una crisis diplomática y comercial entre ambas naciones.
Estados Unidos ha adoptado una estrategia más agresiva para combatir el narcotráfico, colocando a México en el centro de sus acciones. Cole, conocido por su postura inflexible y su enfoque en operativos encubiertos y colaboración internacional, ha manifestado que la DEA reforzará su presencia en la región. Esta postura se alinea con las presiones de legisladores republicanos que han propuesto designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, lo que abriría la puerta a operaciones militares directas en suelo mexicano.
El cambio de enfoque también responde a la crisis del fentanilo. Datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) indican que en 2023 murieron más de 100,000 personas en Estados Unidos por sobredosis de opioides sintéticos. El discurso político en Washington ha culpado a México por la proliferación de esta droga, a pesar de la evidente responsabilidad de las farmacéuticas estadounidenses en la crisis de opioides.
La tensión diplomática entre México y Estados Unidos se intensificó con la detención del general Salvador Cienfuegos en Los Ángeles en 2020, un hecho que evidenció la fractura en la cooperación en seguridad. A pesar de las acusaciones de narcotráfico, el Departamento de Justicia estadounidense lo liberó tras presiones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien luego desmanteló mecanismos de colaboración con la DEA.
Este antecedente, junto con la condena de Genaro García Luna y las investigaciones sobre presuntos vínculos de funcionarios de Morena con el crimen organizado, ha llevado a que la Casa Blanca considere una política más agresiva. Informes de la DEA filtrados a la prensa indican que hay expedientes abiertos contra altos funcionarios mexicanos y que testigos protegidos han brindado información sobre redes de corrupción que involucran a gobernadores y exfuncionarios del gobierno de López Obrador.
El endurecimiento de la política antidrogas también ya desató la hora cero de una crisis comercial. De acuerdo con la Secretaría de Economía, en 2023 el comercio bilateral superó los 850,000 millones de dólares, con un superávit favorable a México. Cualquier intento de imponer barreras comerciales tendría repercusiones en sectores clave como la industria automotriz, manufacturera y agroalimentaria.
El impacto de estas tensiones también podría sentirse en el nearshoring, una estrategia de relocalización de empresas estadounidenses en México que ha sido promovida como alternativa a la dependencia de China. Sin embargo, si las presiones de Washington aumentan, algunas inversiones podrían frenarse o trasladarse a otros países de América Latina.
El Secretario de Economía Marcelo Ebrard contestó ayer a la imposición mundial de aranceles del 25% al acero y al aluminio que era un disparo en el pie para la economía estadounidense demostrando que incluso se importa menos acero americano de lo que se exporta y que lo iba a buscar demostrar con sus pares.
El ascenso de Terrance Cole a la DEA y la política de guerra abierta contra los cárteles mexicanos marcan una nueva era en la relación bilateral. El gobierno de Claudia Sheinbaum enfrenta un dilema: cooperar con Estados Unidos y asumir el costo político interno o resistirse y exponerse a sanciones comerciales y presiones diplomáticas por lo pronto con frialdad ha tomado el toro por los cuernos sin engancharse en la provocación.
Sin embargo la narrativa de seguridad nacional en Washington no solo impacta a los cárteles, sino también a las estructuras políticas mexicanas, y los próximos meses serán clave para definir el rumbo de la relación entre ambas naciones.
Mientras eso sucede ayer se dio a conocer la crisis de seguridad en México tiene dos caras, por un lado en las últimas horas el corte de avance que dio el hombre fuerte de Sheinbaum en seguridad Omar García Harfuch, 11,600 personas detenidas relacionadas con delitos de alto impacto, incluyendo narcotráfico, homicidios y producción de drogas sintéticas.
102 toneladas de drogas aseguradas: Entre las sustancias incautadas se encuentran 1,266,750 pastillas de fentanilo.192 laboratorios clandestinos desmantelados en los que se aseguraron 274 reactores de síntesis orgánica, 109 condensadores y 68 destiladores, lo que representa una afectación económica estimada en 63,249 millones de pesos… ¿y ellos que han hecho más que vociferar para frenar el consumo en su territorio?