Con lágrimas, Iker Casillas se despidió del Real Madrid

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El ahora excapitán merengue vistió la playera del club de Chamartín en 725 partidos

No podía ni hablar. Iker Casillas llegó a la sala de prensa del Bernabéu para anunciar que no volverá a vestir, por ahora, la camiseta de su amado club, el más grande del mundo, aunque a muchos les pese.

Llegó al Real Madrid en 1990 cuando Francisco Buyo resguardaba la valla blanca. Iker, el héroe de Móstoles, hasta hoy no sabe lo que es jugar en un club que no sea el de Chamartín y sin embargo, su ciclo se ha agotado.

Fueron 725 partidos en los que piedra a piedra se fue construyendo el legado de uno de los ídolos del Real Madrid. Su palmarés pocos lo pueden presumir: tres Champions League, cinco ligas de España, dos Copas del Rey, una Intercontinental, un Mundial de Clubes, entre otros. Iker Casillas tuvo un triste final con el club de Concha Espina, pero como él lo dijo, no es un adiós.

A continuación las palabras del ahora ex capitán del Real Madrid:

En primer lugar gracias por estar aquí, por acompañarme en este momento tan especial. He venido a este gran estadio para despedirme de todos vosotros y en especial de los madridistas. Desde ayer dejé de pertenecer al Real Madrid. La decisión de irme al Oporto es por la ilusión que me han transmitido, presidente, el entrenador Lopetegui y todo equipo. Y segundo por las muestras de cariño que he ido recibiendo de la gente cuando se supo que mi destino era Portugal. Me han ganado y eso me pone muy contento, haré todo lo posible por no defraudarles y lucharé al máximo. Gracia Oporto por haber confiado en mí.

Ahora me dirijo a los madridistas, después de 25 años defendiendo el escudo del mejor equipo del mundo, llega el difícil día de decir adiós a esta institución que me lo ha dado todo. Parece que ayer cuando, siendo un niño de 9 años, vestía por primera vez esta camiseta y cumplía un sueño. Durante este tiempo hemos reído, llorado, ganado, perdido… Este club me ha formado como persona, me ha ayudado a crecer, con valores como el respeto, compañerismo y, sobre todo, humildad. He tratado de llevarlos allá donde he ido. Me acuerdo de todos los compañeros que he tenido, he vivido momentos únicos con ellos y han sido mi familia. Dejo grandes amigos. También de todos mis entrenadores, desde los que tuve cuando empecé de niño. A Mezquita, que me rescató, hasta a mi último entrenador: Carlo Ancelotti. De todos he aprendido muchas cosas. A los cuerpos técnicos. Todos me han transmitido comprensión, sabiduría, experiencia y profesionalidad.

Todo mi cariño a mi padre y familia, que me han ayudado tanto. Y sobre todo, a mi mujer y mi hijo que han compartido esta apasionante camino día a día.

Estas últimas líneas, se las quiero dedicar al madridismo. Gracias a vuestro apoyo incondicional. Por ayudarme a levantar cada copa, por estar ahí, por tenderme la mano y tirar de ella para levantarme. Independientemente de que haya sido buen o mal portero, espero que la gente se acuerde de mí por ser buena persona, con mis defectos y cualidades. Gracias, gracias, miles de gracias. Nunca os podré olvidar y allá donde vaya, seguiré gritando ¡Hala Madrid!

No voy a decir adiós, porque será un punto y seguido.

 

 

Fuente: Aristegui

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