Reynosa.— “Hay más confianza en los cárteles que en las autoridades, porque ellos se muestran como son, no son hipócritas”, asegura Delia Quiroa Flores, del Colectivo 10 de Marzo, quien el pasado domingo emitió un mensaje dirigido a los grupos criminales que operan en el país para que acepten un pacto que acabe con las desapariciones en México, convencida de que las autoridades no van a resolver el problema.
En entrevista con EL UNIVERSAL, la mujer tamaulipeca dice que tras nueve años y dos meses de búsqueda para encontrar a su hermano Roberto, ya está desesperada, cansada y enferma; pese a ello, asegura que no se rinde y en un último recurso es que se dirige a los cárteles de la droga.
Explica que esta petición, que para muchos puede ser descabellada, es para los familiares de desaparecidos la única forma que encuentran para poder recibir ayuda y encontrar, ya sea vivos o muertos, a sus seres queridos.
A través de una carta abierta y un video, Delia Quiroa, vocera del Colectivo Nacional de Víctimas 10 de Marzo y la Unión de Colectivos de Madres Buscadoras de Tamaulipas, se dirigió a los cárteles Jalisco Nueva Generación, de Sinaloa, del Golfo, del Norte, Zetas, Vieja Escuela, Los Salazar, de Juárez, de Tijuana, de los Beltrán Leyva, La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios para que detengan las desapariciones y contribuyan para que las buscadoras puedan encontrar más zonas de exterminio.
Delia es firme al responder que tienen más confianza en los grupos delictivos porque les han demostrado que las apoyan y las cuidan, mientras que las autoridades, quienes deberían darles protección y ayuda, se han dedicado a agredirlas y desaparecerlas.
“Las autoridades no nos hacen caso, definitivamente no quieren asumir su responsabilidad, les interesan más las campañas y quién se va a quedar en el poder.
“Hay más confianza en los cárteles que en las autoridades porque ellos se muestran como son, no son hipócritas y eso de alguna manera nos genera confianza, por eso hago el llamado a ellos, porque las mamás están igual. Hay gente de ellos que se acerca y le dice dónde están los cuerpos, saben que ellas buscan a sus hijos. Es más probable que el gobierno las ataque y se las lleve a que se las lleven los cárteles”, expresa la activista.
De acuerdo con su punto de vista, sólo los líderes de los cárteles pueden detener la violencia, ya que, asegura, “ni el presidente Andrés Manuel López Obrador puede hacerlo.
“Hacemos referencia al narco porque es un tema de interés para la sociedad y para ellos, más que para el Presidente.
“Confío en que los líderes de los cárteles se sumen, porque en algunas búsquedas ellos nos dicen dónde hay restos y nos dejan en paz. Muchos se comunican anónimamente y nos dicen dónde están las fosas, los restos. Al final, ellos saben lo que hicieron al desaparecer a las personas, lo traen en la conciencia y por eso nos dicen de esos lugares, porque nosotros nunca habríamos encontrado estos sitios”, expone.
Quiroa expone que actualmente muchos funcionarios y agentes de seguridad se encuentran molestos porque les bajaron el sueldo. Les dicen que no cuentan con prestaciones o viáticos por lo que se niegan a ayudar y salir a los campos de exterminio.
“Personal de la fiscalía, policías en Tamaulipas no quieren trabajar. Los de la Guardia Nacional se quejan de que no tienen viáticos, que no les dan de comer los militares en los cuarteles. El Ministerio Público se queja porque antes les daban gastos para investigación y ahora nada, los peritos igual, todo eso repercute en el desempeño de las autoridades y en nosotros porque no contamos con apoyo”, asegura.
No es la primera vez que Delia Quiroa se dirige directamente a los grupos criminales.
La primera vez fue en julio de 2021, cuando pidieron autorización al Cártel del Golfo para entrar a La Bartolina, un predio ubicado en Matamoros, Tamaulipas, a fin de buscar restos humanos.
Detalla que aunque no recibieron una autorización por escrito, se les hizo saber que podían ingresar al terreno, donde hasta la fecha madres buscadoras han realizado búsquedas y han encontrado ropa, restos óseos, casquillos percutidos y pertenencias diversas no sólo de adultos, sino también de menores de edad.
La semana pasada se dirigieron a los grupos criminales de Sonora para pedirles la liberación de Yesenia Guadalupe Durazo, integrante del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, quien estuvo desaparecida varios días.
“Al principio pensamos que no tendríamos respuesta, pero luego ella apareció y por su propio pie llegó a su casa. Ella nos dijo que, efectivamente, la tenían secuestrada y que la liberaron, no puedo asegurar que fue por el llamado que hicimos, pero tal vez contribuyó para que ella fuese liberada”, expone.
Delia reconoce que el temor es persistente, pues sabe que cuando se trata de violencia e inseguridad, nadie tiene palabra de honor.
“Tengo miedo, sí, como no, pero qué hacemos. Ya no queda de otra más que hablar y a ver si los hacemos entender que la violencia no es el camino y no pueden estar desapareciendo personas”.
Expone que las autoridades manejan cifras muy alejadas de la realidad sobre desaparecidos y que aunque la Comisión Nacional de Búsqueda estima que son 110 mil 673 personas, los colectivos estiman que esa cifra podría ser tres veces mayor.
“Mucha gente se queda callada [cuando le desaparecen a algún familiar] porque denuncian y son agredidos. Queremos que ellos [los criminales] paren la violencia, que tomen conciencia que las cosas no pueden seguir así. Se tiene que hacer algo para parar la violencia y que no sigan las desapariciones, que se sumen y firmen el pacto”, expresa.
Considera que, hasta el momento, un total de ocho colectivos se han sumado a su petición. Se trata, asegura Delia, de personas con la misma pena y dolor, pero que lo ideal es que los grupos delictivos marquen un cese a las desapariciones.
“Estoy cansada, enferma, no sé qué hacer. Es una ocurrencia, para ver si hay algún resultado.
“Siento como que todo lo que hago, jurídicamente y activamente, no sirve de nada. Jurídicamente, porque son trámites que se postergan mucho para que haya una resolución, y activamente, en la búsqueda, porque todos a los que encontramos se los llevan las fiscalías y no los identifican.
“Qué caso tiene que uno esté buscando, encontrando, llevando pruebas, restos y datos si no tienen un uso útil, no llegamos a ningún lado”, lamenta.
Por eso expone, las familias deben situarse en la realidad y hablar con las personas que se llevaron a sus seres queridos.
“Porque la autoridad no nos va a ayudar. No podemos hacernos tontos pensando que la autoridad va a resolver, no va a ser así. Si no nos animamos a perdonar y hablar con ellos para que nos ayuden, nos vamos a quedar sin nada. No me voy a rendir, yo sigo adelante, hay etapas en que me siento mal y cansada pero no me puedo morir sin saber si mi hermano está muerto o vivo, eso es lo principal para nosotros”.
El Universal