El Radar
Por Jesús Aguilar X @jesusaguilarslp
La SEMARNAT ha frenado de fondo el proyecto extractivista promovido por Grupo Salinas en el Ejido Corcovada, municipio de Villa Hidalgo, San Luis Potosí, tan lejos de la Sierra de San Miguelito como cerca de ser devastado. Esta negativa del Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA) es un logro contundente de la resistencia ciudadana potosina, respaldada por medios libres como en los que tengo el honor de colaborar.
Desde abril, Astrolabio y otras plataformas independientes alertaron que lo que se presentaba como una “cementera” en Corcovada no era un proyecto más: implicaba exploración de minerales estratégicos como litio, titanio y posiblemente oro, con riesgo de afectar gravemente acuíferos, salud y ecosistemas locales.
El Consejo Hídrico Estatal, a través de estudios técnicos, denunció que la MIA (Manifestación de Impacto Ambiental) omitía factores claves: conectividad hídrica del subsuelo, potencial contaminación y ausencia de mecanismos concretos de mitigación o monitoreo.
A su vez, la REMA, Red Mexicana de Afectados por la Minería y colectivos como Guardianes de Corcovada documentaron presión sobre ejidatarios, amenazas y simulacros de asamblea agraria para despojo de más de 426 hectáreas
Hay que recordar que durante la Mañanera del 16 de mayo, la presidenta Claudia Sheinbaum se pronunció claramente: en casos con riesgo ambiental, no habrá autorización estatal ni federal sin evaluación rigurosa de Semarnat y Procuraduría Agraria. 10 días después en su gira por el propio Villa Hidalgo, negó que hubiera o habría permisos para este fin. Cumplió.
Un poco más de 2 meses después, esa promesa se traduce en acción concreta: la Procuraduría Agraria rechazó la asamblea ejidal irregular y la SEMARNAT negó la MIA, cerrando por completo la puerta al despojo de territorio comunal.
Medios como Astrolabio, Antena San Luis y MG Radio, que aún se distinguen por su autonomía editorial y en donde me honro en participar, junto a Guardianes de la Sierra hemos mantenido la presión pública y difundido información clara, técnica y en diálogo directo con la comunidad. Su labor fue decisiva al visibilizar inconsistencias jurídicas, sociales y ambientales dentro del MIA y denunciar posibles irregularidades por parte de CEMAT Construction, vinculada a Grupo Salinas.
Fue así que, ante la adversidad —hostigamientos, intentos de manipular asambleas, desinformación— la organización comunitaria y periodística logró que la ciudadanía potenciara su voz y sus demandas llegaran a la esfera federal con solvencia técnica y respaldo legal.
El rechazo de Semarnat es más que una victoria local: es un ejemplo para el país. En contextos donde grandes grupos empresariales intentan operar proyectos gigantes con impactos potencialmente irreversibles, la coordinación entre ciudadanía, medios libres y autoridades comprometidas puede revertir planes destructivos.
La decisión marca un precedente de que el consentimiento informado, la base técnica seria y el respeto a formas agrarias legítimas, son insustituibles ante procesos extractivistas.
Aunque esta fase ha concluido favorablemente, la comunidad potosina debe mantenerse vigilante. La negativa se dio en mayo de 2025 mediante Opinión Jurídica y clausura de obras por PROFEPA por uso ilegal del suelo y remoción de vegetación en más de 43 sitios no autorizados.
Además, la amenaza extractiva no se extingue: se requieren vigilancia técnica, espacios de rendición de cuentas y transparencia para impedir que resurjan nuevos intentos bajo otro nombre.
Lo ocurrido en Corcovada no es un mero acto burocrático. Es una victoria del pueblo organizado, de comunidades que se niegan al despojo, de medios independientes que informan sin filtros, y de una presidenta que, al menos en este caso, cumplió su palabra.
Debe ser también una lección para el presente y el futuro inmediato, en el que organizados, con una postura sólida y medios libres, la sociedad se puede defender de cualquiera.
Corcovada hoy es símbolo de dignidad y resistencia.
Que esta victoria ilumine el camino para que nunca más el territorio común sea letra muerta, y que quede claro: cuando la comunidad, el conocimiento técnico y la ética periodística convergen, ni el poder más concentrado puede vencer.