Entre “leer solo con una mano”, como expresaba Luis García Berlanga, y convertir la literatura erótica en sexo para mamás, el género aprovecha la coyuntura y retoma su lugar natural en las librerías y los catálogos editoriales. La reactivación se sirve sin complejos del fenómeno 50 sombras de Grey, pero vuelve a demostrar sobre el papel que la pulsión sexual no resuelta es parte de la condición humana. Ya sea a través de descripciones sublimes y preciosistas que hasta cierto punto falsean los placeres de la carne, o haciendo uso del “erotismo peludo” que Julio Cortázar identificaba en el exceso de crudeza.
“Sin duda, hay una demanda real”, afirma Ana Estevan, coordinadora de la colección La Sonrisa Vertical (Tusquets), especializada en literatura erótica desde 1977. El propio Berlanga, con la ayuda de la editora Beatriz de Moura, concibió este proyecto “para recuperar el culto al hedonismo, […] y constatar que escribir sobre lo biológicamente apetecible es algo inmanente a todos los tiempos”. Con un catálogo de 150 títulos –según la información ofrecida en la web del sello-, la división erótica llegó a tirar unos 6.000 ejemplares, con una media de entre 3.000 y 4.000, hasta la crisis del género en 2004. Superado el bache, recuperan estas cifras en el caso de los autores más conocidos.
En aquellos años de incertidumbre sexual de principios de 2000, Catherine Millet se convirtió en uno de los escasos exponentes capaz de mantener la libido editorial con sus confesiones en forma de ensayo enLa vida sexual de Catherine Millet (Anagrama). El revuelo allanó el camino hacia el best-seller, al que Mario Vargas Llosa despojó de cualquier “estimulante sexual” para calificarlo de “reflexión inteligente, cruda, que adopta por momentos el semblante de un informe clínico”. El editor Jorge Herralde, que en el momento de la publicación también mitigó la carga erótica, repite ahora la experiencia con Furores íntimos(Anagrama), de la joven narradora inglesa Charlotte Roche.
Las secciones de literatura erótica de las librerías se amplían y toman posición en lugares más estratégicos como sucederá en la sede principal de La Casa del Libro de Madrid que reubicará el género de la primera planta a la entrada, según explican desde el establecimiento. En las mesas dispondrán la estela de libros que ha seguido a los encuentros sexuales narrados por E.L. James, mezclados con el batallón de novedades que las editoriales han preparado para esta primavera:Perdido en tu piel (Penguin) de Rosana Ubanell, La sociedad Juliette(Grijalbo), de la exactriz porno Sasha Grey, o Una mujer desnuda(Anagrama) de Lola Beccaria.
“Los libros que terminan por encabezar las listas de los más vendidos suelen ser novelas erótico-románticas. Los nuevos lectores que se acercan a esta literatura buscan historias con sexo y final feliz”, describe el caso anglosajón Gillian Green, editora de erótica en Random House Mondarori. “También es cierto que ha atraído la curiosidad de nuevos lectores a temas como el sadomasoquismo, hasta el momento menos tratados”, apostilla Estevan. “La Sonrisa Vertical cuenta desde siempre con ese tipo de obras: Nueve semanas y media, de Elizabeth McNeill;Historia de O y Retorno a Roissy, de Pauline Réage, o La atadura, de Vanessa Duriès”. Para septiembre, preparan la redición del primer volumen de Emmanuelle: “Sorprenderá a muchos por su vigencia y por sus propuestas rompedoras, desconocidas para los lectores jóvenes”.
Sustentado en los principios de Freud, George Bataille y Jacques Lacan, Manuel Vilas acaba de publicar El regalo luminoso (Alfaguara). El erotismo atraviesa la narrativa del escritor, pero por primera vez de manera monográfica en esta novela. Vilas reclama a través de sus depredadores sexuales la convicción de que “el paso del primate alhomo sapiens no es la razón, sino el descubrimiento del erotismo”. En este acercamiento metafísico encuentra una de las claves de revitalización del género: “El sexo, la pornografía, el erotismo provocan tanto interés porque son temas sin resolver que generan plenitud y felicidad, pero también frustración y dolor”.
“Para escribir este tipo de literatura hay que hacer una exploración muy profunda de los impulsos de los personajes porque en el erotismo está presente la manera de concebir el mundo”, reclama Enrique Serna. El escritor mexicano trata en su nueva compilación de cuentos La ternura caníbal (Páginas de Espuma) las luchas de poder en una pareja cuando se pasa de ayudarse a intentar destruirse. En el extremo opuesto, el divulgador Pere Estupinyá libera en las más de 400 páginas de S=EX2. La ciencia del sexo (Debate)un argumentario –“novedoso en el mercado hispanohablante”, asegura- renuente a salir de las salas de investigación porque en el espectro científico, como en el social, y en palabras otra vez de Berlanga: “El pudor es la cuna del erotismo”.
“En julio, la colección estrena el formato digital, con la convicción de que es un medio magnífico para estos libros, sobre todo porque el lector no se corta tanto a la hora de comprarlos”, anuncia Ana Estevan. Para la editora británica Gillian Green, el comportamiento del comprador tiene una respuesta que supera el umbral de la vergüenza: “Los lectores de género, ya sea ciencia ficción, novela negra o romántica, han migrado más rápido al ebook”. Una tendencia que el informe del Observatorio de la Lectura y el Libro del Ministerio de Educación y Cultura, publicado en 2011, dibujó: en el modelo norteamericano la novela supone un 70% de la cuota de mercado del libro digital, y la ciencia ficción representa el 30% de las descargas, seguido ahora por la literatura erótica.
La editorial Irreverentes, creada en 1999, invierte parte de su esfuerzo en continuar con el legado de Berlanga. Miguel Ángel de Rus, editor responsable del sello y escritor, recoge de webs y foros en Internet las tendencias que hasta cierto punto orientan sus decisiones editoriales. “Se está escribiendo mucha literatura en la Red como alternativa a los canales tradicionales”, explica. “En webs como todorelatos.com encontramos mucha demanda sobre historias de intercambios, por ejemplo”.
De la media de 514.000 visitas que la web de Irreverentes recibe, 14.000 usuarios recalan en el espacio virtual que aloja su colección erótica, Incontinentes, denominación que también da título a su premio. Tras la desaparición del galardón La Sonrisa Vertical en 2004 –“por la baja calidad de los textos”, especifica Estevan-, reconocimiento que encumbró a Almudena Grandes con Las edades de Lulú, la propuesta de Irreverentes celebra su 4º edición con 172 obras de 20 países de habla castellana. “El objetivo es encontrar relatos que al leerlos puedas excitarte, pero también meditar, como escribe Gómez Rulfo en el prólogo del último ganador [Decir deseo, de Pedro Antonio Curto]”, dice De Rus.
Los editores reconocen la burbuja editorial ante la que se encuentran, pero confían en que la popularización del género permita su pervivencia. “Tal vez la tendencia romántico-erótica no perdure mucho, pero el erotismo, con su movimiento pendular de siempre, pervivirá”, opina Estevan. “La reflexión del erotismo es parte de la condición humana, no una moda”, remacha Manuel Vilas. O como dijo Woody Allen: “Solo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo y la segunda no me acuerdo”.
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