“Cuando la política es show: Alito vs Noroña y el vacío del debate”

La verdad y el camino.

Por: Aquiles Galán.

“Las instituciones son tan fuertes como la conducta de quienes las integran.”

El 27 de agosto de 2025, el Senado mexicano dejó de ser un espacio de debate para convertirse en un ring. El altercado entre Gerardo Fernández Noroña de la fuerza política (MORENA) y Alejandro Moreno (PRI), que incluyó empujones y amenazas verbales, no es un simple escándalo mediático. Es el síntoma de algo mucho más grave: un Congreso atrapado en la disfuncionalidad.

Como estudiante de Derecho, no puedo dejar de preguntarme: ¿cómo puede operar el órgano encargado de dictar las normas que regulan nuestra convivencia, cuando sus propios integrantes recurren a la violencia para resolver diferencias?

Este episodio, difundido en medios y redes sociales, revela la pobreza del debate parlamentario, su transparencia y estructura. En lugar de construir y trabajar con miras al progreso, el Senado se convierte en un espectáculo, al puro estilo del “circo romano”. Y mientras el país enfrenta desafíos como la inseguridad, la falta de empleo y el rezago educativo, nuestros legisladores eligen pelear por el control de la palabra. Para los jóvenes, esto no solo provoca indignación: alimenta la desconfianza. 

Pero no nos engañemos: este problema no es pasajero ni se resuelve con disculpas públicas. El incidente, evidencia la carencia en la calidad política-legislativa de nuestro país . El Reglamento del Senado, en su artículo 79, contempla las conductas y establece negativas así como desapruebo al uso de la palabra de forma violenta, pero su falta de aplicación inmediata demuestra que la autorregulación es un mito. La politización del procedimiento legislativo —donde las normas se usan como armas para bloquear adversarios— erosiona la esencia democrática del Congreso. Y la ausencia de profesionalización, que tolera estas conductas, perpetúa una cultura parlamentaria centrada en el ego y en el espectáculo.

Las consecuencias son profundas. Este altercado no solo fue noticia nacional, sino internacional. Medios en Suiza e India lo exhibieron como un signo de inestabilidad institucional. Para una generación que exige resultados, ver a nuestros representantes convertidos en protagonistas de un espectáculo vergonzoso es algo que deja mucho que desear. Mientras ellos discuten a empujones, se siguen aplazando los temas que nos importan: educación superior, empleo formal, medio ambiente, desarrollo agrario, etc…

Como jóvenes, no podemos normalizarlo. El Congreso necesita más que discursos de buena voluntad: requiere una reforma integral. Como joven propongo lo siguiente:

• Sanciones automáticas y transparentes para conductas violentas, sin espacio para la discrecionalidad.

• Consejos consultivos juveniles, que permitan incidir en la agenda parlamentaria con propuestas sobre educación, empleo y sustentabilidad.

Representamos el 30% de la población mexicana (INEGI, 2023). Tenemos el poder de exigir un Congreso que funcione. A través del voto informado, la presión digital y la participación en espacios públicos, podemos empujar al cambio.

El futuro no se construye con golpes ni insultos, sino con ideas. El Congreso mexicano no tiene que ser un escenario de confrontaciones estériles. Depende de nosotros, los jóvenes, exigir que vuelva a ser lo que siempre debió ser: un espacio para pensar y resolver los problemas del país.

“Los jóvenes deben tomar las riendas, porque el futuro les pertenece.” – John F. Kennedy.

Bonito día.

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