Violeta Barrios de Chamorro, vestida de blanco, ingresó al Estadio Nacional de Nicaragua el 25 de abril de 1990, mientras una multitud agitaba banderas blanquiazules. En el escenario la esperaba el presidente Daniel Ortega, quien, a pesar de haber llegado al poder por medio de una revolución armada, entregó el mando sin problemas. La victoria de Barrios, con el 54% de los votos frente al 40% de Ortega, fue inesperada, no solo porque las encuestas le daban pocas probabilidades, sino también porque se trataba de una mujer, la primera en ser elegida presidenta de América Latina por voto popular.
Antes de Violeta Chamorro, varias mujeres habían ocupado cargos presidenciales en el continente, pero siempre de manera interina. Entre ellas se encontraba María Estela Martínez de Perón, quien asumió la presidencia de Argentina tras la muerte de su esposo en 1974. Sin embargo, ninguna había sido elegida directamente por el pueblo. La llegada de Chamorro representó un cambio significativo, marcando el inicio de una nueva etapa en la política latinoamericana.
Mireya Moscoso fue la siguiente mujer en alcanzar la presidencia en América Latina, liderando Panamá entre 1999 y 2004. Aunque su mandato no coincidió con el de otras presidentas en la región, su gestión consolidó el uso del término “presidenta” en los medios, marcando un precedente para las futuras mandatarias.
En Chile, en 2006, Michelle Bachelet rompió otro techo de cristal al vencer al candidato pinochetista Sebastián Piñera, convirtiéndose en la primera presidenta de su país. Hija de un general leal a Salvador Allende, Bachelet y su madre fueron detenidas y torturadas tras el golpe de Estado de 1973. A pesar de su trágico pasado, Bachelet hizo carrera en el Partido Socialista y, tras ser ministra de Defensa, alcanzó la presidencia de Chile, liderando una administración que impulsó importantes avances en derechos sociales.
Cristina Fernández de Kirchner asumió la presidencia de Argentina en 2007, sucediendo a su esposo Néstor Kirchner. Su mandato, que se extendió hasta 2015, fue uno de los más largos entre las presidentas latinoamericanas. Durante sus años en el poder, Cristina destacó por su enfoque en las políticas sociales y su estilo confrontativo, que marcó un nuevo capítulo en la política argentina.
Dilma Rousseff, presidenta de Brasil entre 2011 y 2016, fue otra figura clave en esta ola de liderazgos femeninos en la región. Exguerrillera y víctima de tortura durante la dictadura militar, Rousseff llegó al poder como sucesora de Luiz Inácio Lula da Silva. Sin embargo, su gobierno se vio interrumpido por un juicio político que ella calificó de golpe de Estado, lo que llevó a su destitución.
El año 2014 fue el clímax para las presidentas latinoamericanas, con cuatro mujeres liderando simultáneamente Argentina, Brasil, Chile y Costa Rica. Pero para 2019, ya ninguna de ellas estaba en el poder, aunque sus legados perduraron. Algunas, como Laura Chinchilla y Mireya Moscoso, siguieron activas en la escena internacional, mientras que otras, como Rousseff y Cristina Fernández, enfrentaron desafíos legales y políticos.
En 2022, la tendencia se reactivó con la llegada de Xiomara Castro a la presidencia de Honduras, la primera mujer en ocupar ese cargo en su país. Su victoria, con un 51% de los votos, rompió una sequía de liderazgos femeninos en la región y marcó el inicio de una nueva etapa para las mujeres en la política latinoamericana.
En México, en 2023, Claudia Sheinbaum hizo historia al convertirse en la primera presidenta electa del país, continuando la ola de mujeres que han alcanzado el máximo cargo en América Latina. Sheinbaum forma parte de una generación que ha luchado por la paridad de género en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y su mandato promete continuar con la transformación que tantas mujeres han impulsado en la región.