Defendamos (otra vez) nuestros derechos

En diciembre del año pasado se produjo otra lucha feminista a nivel nacional que desde distintos frentes defendió los programas vinculados a la transversalizacion de la perspectiva de género en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2019 debido a que en la propuesta del poder Ejecutivo estos prácticamente desaparecían, el triunfo que significó la conservación de estos dineros no fue una concesión del gobierno, no devino de un acto de favor, de pleitesía, no fue una dádiva como no lo ha sido absolutamente ningún derecho y ninguna política construida para el avance de las mujeres.

 

Lo que se le reconoce a un Estado, a un poder en turno, es la voluntad que desde un sentido político afinado le viene bien a cualquier gobierno pero no de cualquier modo, cuando no eres feminista (no lo ha sido hasta la fecha ningún presidente de este país) se te nota por todos lados, desde el discurso hasta la forma en que minimizas o ignoras por completo los problemas que la desigualdad de género produce en la vida de más de la mitad de la población del país que está bajo tu responsabilidad pero no es tuyo.

 

Dicho lo anterior pensábamos y así lo escribí hace unos meses, que a la entrada de una nueva gestión como cualquier otra en el pasado, los logros alcanzados en el tema de la política de género dígase aquí de aquellas decisiones que se traducen en legislación, programas, acciones, dinero e instituciones construidas para alcanzar la igualdad y abatir la violencia; estarían en riesgo de presentar estancamientos o francos retrocesos, pero no habíamos previsto que de plano se buscara su absoluta eliminación.

 

Muestra de ello fue que aunque en el Congreso Federal gracias a las diputadas feministas y a la sociedad civil se etiquetaron los recursos para esta política, el 14 de febrero la Secretaría de Salud suspendió sin más la convocatoria para acceder a los 346 millones de pesos destinados para los refugios de mujeres que viven en violencia extrema.

 

En la forma está el fondo, fue una simple circular, una hojita apenas la que puso en riesgo a miles de mujeres en todo el país… “se suspende la convocatoria pública para la asignación de subsidios para la prestación de servicios de refugio para mujeres, sus hijas e hijos que viven en violencia extrema…” los funcionarios de la Secretaría de Salud quisieron sacarse la estrella de ser los primeros en obedecer para quedar bien con el jefe, ninguno se detuvo a pensar: “Oigan nos están pidiendo cerrar refugios y aquí dice violencia extrema.” Y es que no toda instrucción debe ser obedecida aunque en este caso nuestra indignación va mucho más allá.

 

En el ejemplo que desafortunadamente le ha tocado a la Red Nacional de Refugios se develan varias cosas:

 

– Qué este nuevo régimen no tiene la más pírrica perspectiva de género y sus funcionarios se han sabido encapsular sin que les toque ningún movimiento feminista desde los años setenta por lo que su idea de las mujeres es la misma prejuiciosa y estereotipada.

 

– Que quienes decidieron seguirle el juego al presidente López Obrador en su satanización de las organizaciones de la sociedad civil ignoran que algunas de ellas suplen la falta de visión de género del Estado, que desde hace años en el tema de la violencia de género le ha dado por inventarse nuevas fórmulas, política simbólica y asistencialista con las mujeres, cosa de dos o tres fotos y papel couché pero que no se ha tomado la molestia de fortalecer por ejemplo a los refugios o a las instituciones que ya tienen una experiencia probada en este tema.

 

– Que como sabemos quienes hemos trabajado con mujeres víctimas de violencia de género y familiar (ellos no desde luego) puede llegar el momento en el que ellas se rindan, que su psique se adapte a padecer violencia y que se pierda definitivamente el instinto humano de sobrevivir, máxime en culturas patriarcales como la nuestra en donde se nos educa a las mujeres a aguantar los malos tratos como un acto de sacrificio cotidiano e invisibilizado de su parte y que es ahí en donde hay mayor riesgo de padecer violencia feminicida, al igual que sucede cuando la víctima decide terminar definitivamente la relación con su agresor, por ello son indispensables los refugios, porque en los asuntos más extremos son un aliciente, una alternativa, una salida para que no te maten y también un paso hacía la sobrevivencia y la reconstrucción de la identidad de las mujeres.

Para el sábado pasado la Secretaría de Salud reactivó la convocatoria ante la presión que se generó por parte de diversos grupos de mujeres, de organizaciones feministas y de políticas que nuevamente salieron a defender la vida de las víctimas de sus hijos e hijas y lo más deprimente fue leer posicionamientos como los de la senadora Martha Mícher quien agradeció que el gobierno de López Obrador haya dado muestras de “escucha y diálogo”… ahora resulta que además de lesionar el derecho a una vida libre de violencia que tenemos las mujeres mexicanas con ocurrencias, hay que dar las gracias porque respeten la ley. Que no se equivoque Malu, ese derecho esta en nuestra legislación desde mucho antes y se debe como ya escribimos a las luchas feministas de las mujeres mexicanas.

Visto lo visto, tendremos que estar muy atentas al proceso de la convocatoria y a la vigilancia de cada representación de la política de género, queda claro que por ignorancia o por dolo van a estar jugando así con el acceso a los derechos humanos de las mujeres y de los grupos en situación de vulnerabilidad cada día de este sexenio. A más ver.

Claudia Almaguer

Twitter @Almagzur

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