“Desde la mano izquierda”
En ésta misma semana hemos dado con dos noticias que ofrecen una mirada acerca de las dificultades que atraviesan las mujeres para acceder a la justicia, pero además de ello la muestra del Estado patriarcal en el que continuamos viviendo. Lo importante de ambas está tras bambalinas.
Los protagonistas de la primera son la hija y el nieto de dos hombres poderosos. El 20 de Mayo, Alexia Ímaz publicó en tuiter una fotografía suya en donde claramente se observan lesiones en su ojo derecho, mismas que señaló fueron resultado de los golpes recibidos por parte de su ex pareja Gerardo Saade. Posteriormente su hermana María Ímaz, contaría en otra red social, que el joven se introdujo a su casa sin permiso para agredir a Alexia. Sería otra historia más en las miles que a diario suceden en México, ella acudiría a denunciar, atravesaría el camino de la integración de la averiguación previa, aportaría sus pruebas, esperaría. Es algo bizarro que en su caso no suceda así, sobre todo siendo hija de Eugenio Ímaz, Director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional. Tan solo un día después, tanto éste como el abuelo del responsable, nada menos que Jesús Murillo Karam titular de PGR, optaron por la negociación política y una muestra pública de mediana contrición. Para quien haya señalado que no debió Gerardo Saade, involucrar a su abuelo, hay que decir que en todo caso no debió éste solicitar a la familia que no se pusiera la denuncia. La cosa ha venido a otra nefasta broma, un comunicado de la Procuraduría, justificando la violencia ejercida en contra de Alexia. Justo ahí donde dice: “Gerardo Saade manifestó sentirse arrepentido de haber cometido tan lamentable error y no obstante que esta reprobable conducta la cometió por sentirse profundamente afectado emocionalmente…” Es así que detrás de Gerardo estuvo el poder de su abuelo y de una nana envidiable. El mensaje para Alexia es que el, ha valido más.
Apenas recuperándonos de lo anterior, surge otro ejemplo de machismo, allá en el Monte Olimpo del Derecho, un hombre poderoso decidió no molestarse con el cumplimiento a una pensión alimenticia o de crianza, ni con el respeto a los derechos humanos de esos, lejanos, acreedores alimentarios, un tal David y un Ulises. Ya escucho el trinar de los más sentidos reclamos de quien alude que no tiene que ver el personaje ampliamente admirado por su carrera judicial como lo es Genaro Góngora Pimentel, con su manera de conducirse en el ámbito privado. Créame, su curriculum es de esos que cuando se leen en público, tardan media hora: Licenciado y Doctor en Derecho, Secretario, Juez, Magistrado, Ministro, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, maestro en Derecho en la UNAM y la Anahuac, conferencista, autor de libros, reconocido y premiado en países como Rumania, Nicaragua, Guatemala, España, Argentina y un largo etcétera. Apenas en 2009 pretendía ser presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y hubiese formado parte del gabinete de López Obrador de haber ganado las elecciones presidenciales.
Pero el hilo sabe romper por lo más delgado y no hay academia que rectifique cuando de mezquindad se trata. En el caso descrito estos días en el noticiero de Aristegui, el reportero Juan Omar Fierro, no estaba leyendo los ingredientes de ninguna receta, sino la reconvención que hiciera el ex ministro a la juez de lo familiar que le impuso un 35 por ciento de sus percepciones para cubrir la pensión alimenticia de ambos menores, mismos que además viven con autismo. Las diligencias hacen constar que la representación legal de Góngora, hizo una lista pormenorizada de alimentos que redujo a un total de 12,818 pesos al mes por cada uno.
La base de ésta exigencia es la discriminación, piden a la juez que no considere los gastos por diversión porque el autismo de David y Ulises les impide disfrutar de tales actividades, pero además exige que se considere la elevada condición económica del “padre” quien sostiene que ha decidido darles una vida decorosa pero sin lujos, y aún más que sus hijos pertenecen a un nivel social medio bajo por lo que ese es el nivel de ingresos y el entorno que les corresponde. Detrás de él, un poder judicial que se rinde ante sus encantos, una juez penal y su personal que trabajó con inusitada rapidez el procedimiento por fraude en contra de la madre de los niños, Ana María Orozco Castillo que se encuentra presa; esos que le pidieron autógrafos para sus leyes de amparo y se detuvieron a admirar al personaje, retirado, silente, en la reflexión y la calma que han de generar 350 mil pesos mensuales.
Detrás de Ana María, de Alexia de todas nosotras, está un México que se sigue conformando con las letras, con diagnósticos, reglamentos, protocolos, pero camina para atrás en materia de igualdad, de acceso a la justicia, de debido proceso y de derechos humanos de las mujeres.
Sus historias, son las de muchas y nos están diciendo algo.
Claudia Almaguer.
Twitter: @Almagzur