Emmanuel Gallegos D.
La dueña de una boutique de ropa, ubicada en Prolongación Azufre, en la Colonia Morales, narró para Antena San Luis los momentos de terror que vivió junto a su hijo luego de descubrir a unos maleantes que ingresaron a su negocio e incluso los lastimaron vilmente.
El sábado por la madrugada, la denunciante se encontraba junto a su hijo en su casa cuando escucharon un cristalazo, al asomarse, lograron detectar que unas personas ingresaron a su negocio de venta de ropa con la intención de robarles.
Notaron que dos hombres y una mujer usaron un martillo como herramienta para romper el cristal del establecimiento para luego sustraer diversos artículos y emprender su huida en un vehículo March/Spark de color blanco.
Minutos después, los maleantes regresaron nuevamente al establecimiento para volver a sustraer con toda impunidad una segunda ronda de artículos, pero la dueña y su hijo, ya estaban afuera del negocio para hacerles frente.
El menor fue el primero en encararlos, logrando quitarles algo de la ropa que llevaban, pero recibiendo a cambio golpes por parte de los bandidos; al ver esto, la mujer que acompañaba a los hampones cogió un cristal que se encontraba en el piso e intentó lastimar en la garganta al valiente muchacho, un grito de su madre logró ponerlo en alerta y evitar una tragedia mayor.
Los ladrones masculinos huyeron pero lograron retener a la mujer antes de que se escapara. Los primeros en llegar a la escena fue la seguridad privada, quienes brindaron atención pero no hicieron mucho al respecto. Después de 20 minutos arribó una patrulla municipal.
En un VIDEO la mujer confesó a la policía que venía de la colonia Capulines y que trabajaba con los ladrones que se escaparon, incluso se mostró dispuesta a llevarlos a la casa de uno de sus cómplices donde se encontraba todo lo robado pero los policías no quisieron tomar cartas en el asunto.
Los policías municipales señalaron que no podían hacer nada al respecto porque la policía urbana había sido la primera en llegar y se negaron a levantar un reporte, porque el robo “había sido mínimo” y que no podía calificarse como “robo calificado“. Entendiblemente, la mujer se encontraba molesta y decepcionada de las autoridades, ya que no sólo expusieron su vida para encarar a los maleantes y lograr retener a una, sino que siguieran minimizando el hecho a pesar de haberlos detenidos in fraganti.
Después de un buen rato, se llevaron a la mujer al edificio de seguridad. La dueña del establecimiento dejó datos y el monto de lo robado así como videos y fotos para comprobar el delito. Sin embargo, tiempo después, se enteró de que las autoridades habrían dejado libre a la detenida, sin notificarle, y argumentando que como era “menor de edad“, la habían puesto en libertad. Le dijeron que tardarían una semana más para darle respuesta a su denuncia, pero ni siquiera sabían quién o por qué habría sido liberada.
Casi al final del relato, y con notable frustración y coraje en su voz, nos dijo que ha sido víctima en más de una ocasión de robos y que las autoridades no han logrado darle seguridad ni tranquilidad. Se dijo indignada al ver la inoperancia de la policía, incluso, dijo, le parece increíble cómo “protegen los rateros” y no a los ciudadanos.
Por último, dijo vivir con miedo, ya que los ladrones la habrían amenazado con volver y hacerle daño a ella y a su hijo.