A cuatro meses del cierre de la presa San José, comerciantes que dependían de la afluencia de visitantes enfrentan tiempos inciertos. El cierre, motivado por riesgos de deslaves, dejó en el olvido a un popular destino turístico, afectando profundamente a los vendedores del corredor gastronómico. Entre ellos, doña María, quien por más de 20 años vendió antojitos tradicionales en la presa, ahora ha trasladado su negocio a su hogar en una colonia cercana.
“Es muy duro dejar lo que fue mi vida por tanto tiempo, pero uno tiene que salir adelante por la familia,” expresó doña María, quien ahora usa redes sociales y volantes para anunciarse. Su caso refleja la situación de muchos comerciantes que han tenido que adaptarse, sin noticias sobre la posible reapertura de la presa ni los trabajos de rehabilitación.
