En esta semana el titular de la Secretaría de Hacienda Carlos Urzúa minimizó la utilidad de las estancias infantiles, cuyo presupuesto fue recortado en casi dos mil millones de pesos; y propuso que mejor el dinero se le de a los papás para que ellos mismos las paguen o se lo den a la abuela “que va a cuidar mucho mejor a los niños y niñas que las propias estancias infantiles.”
La idea desde luego es absolutamente retrograda, refrita y simple, pero sobre todo carente de perspectiva de género, se trata sin más de devolver una parte del cuidado de niñas y niños de regreso a los hogares lo que quiere decir aumentar deliberadamente la carga del trabajo no remunerado del cual se siguen encargando las mujeres de manera desproporcionada.
Estas actividades que realizan las mujeres de manera cotidiana para sus familias y de las que no reciben ningún salario a cambio como cocinar, limpiar y cuidar de personas enfermas, adultas mayores o niñas y niños se calcula que a nivel mundial las llevan a cabo al menos 2.5 veces más que los hombres, lo que en nuestro país es inclusive todavía más desigual puesto que en labores domésticas y de cuidado las mujeres mexicanas aportan aproximadamente poco más del 77 por ciento del tiempo que los hogares destinan a estas tareas.
Luego entonces la brecha de género en la gestión del trabajo no remunerado de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo, conduce a que las mujeres que trabajan dentro y fuera de casa, o sea la gran mayoría de las económicamente activas, tengan condiciones sumamente difíciles, ya sea porque acepten trabajos informales para contar con flexibilidad horaria, o porque se ven obligadas a jornadas excesivamente largas.
Esta carga en términos de la distribución de las labores domésticas, de la crianza y los cuidados a personas adultas esta también presente en la situación de discriminación y desigualdad descrita para San Luis Potosí en el Informe del Grupo de Trabajo conformado para estudiar la Solicitud de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres que indica que el uso del tiempo de las mujeres y los hombres en el Estado refleja la existencia de estereotipos de género dado que el promedio de horas a la semana dedicadas al trabajo doméstico y extra doméstico es de 70 horas en promedio para las mujeres en contraste con las 56 horas que hacen los hombres.
Aunque desde luego el hecho de que no sean labores remuneradas no es debido a que no sean valiosas, ONUmujeres en su informe “Trabajo Doméstico y de Cuidados No Remunerado” indica que la contribución que cada mujer mexicana de 12 años y más realiza cotidianamente para garantizar el bienestar y desarrollo de su familia mediante estas labores equivale a la $42,500 pesos al año, $49,700 para las mujeres rurales y $57,600 para las que son casadas, en contraposición a los $13,900 pesos de los hombres en un mismo periodo. Lo que es más, este trabajo que hacen las mujeres representa el 20 por ciento del Producto Interno Bruto, porcentaje superior a otros sectores como la industria o el comercio.
Luego entonces son los estereotipos de género como los del discurso del Secretario de Hacienda los directamente responsables de que desvalorice este trabajo en nuestro país, porque por un lado la decisión de disminuir el presupuesto de las estancias deja sin empleo a otro buen numero de cuidadoras que sí recibían un sueldo de su trabajo y por el otro Urzúa “vende” el cuidado de las mujeres abuelas asegurando que será mucho mejor (porque son mujeres de familia) a las que se les puede “ayudar” para cuiden a los nietos (porque debería ser gratuito según él ese cuidado).
Pero precisamente las estancias infantiles son política pública destinada al apoyo de las mujeres trabajadoras que dadas las exigencias horarias a las que se ven obligadas, necesitan de espacios de cuidado y formación accesibles como estos para sus hijos e hijas que en algunos casos se dan de tiempo completo, así que la disminución de este presupuesto es una decisión mala, poco pensada y por lo pronto abiertamente machista. A más ver.
Claudia Almaguer
Twitter: @Almagzur