Entre salud, dinero y amor como buenos deseos para este año, parece que los dos primeros son los únicos que al estar íntimamente vinculados acaban teniendo verdadera relevancia, situemos el ejemplo, para esta segunda semana de enero San Luis Potosí supera los 5 mil casos positivos de COVID19 y los accesos a la identificación y el tratamiento comienzan a escasear.
Diversas editoriales por estos días se han sumado al discurso que culpa enteramente a las y los potosinos de esta nueva ola derivada de las fiestas decembrinas, ya por salir a las calles sin tomar cuidados, por sacar a los hijos, por ir a las plazas, por salir en la noche, a los restaurantes, a las verbenas, a los arbolitos y a las posadas, pero esa retahíla de reclamos se detiene abruptamente cuando hay que mencionar la responsabilidad de las autoridades en cada lugar que promovieron una muy buena parte de la interacción social.
Iba a pasar, médicos e investigadores a nivel nacional y local lo advirtieron así, por muy verde que esté el semáforo, al cabo de dos años de pandemia sí hay aglomeraciones y falta de control sobre la forma en que las personas conviven, es decir, si se hace de cuenta que el virus no existe y que la vida es como antes, las consecuencias llegarán, impactando a la comunidad, en mayor medida a las personas vulnerables por enfermedades previas o por falta de dinero.
Pero somos una buena muestra de nuestro país, a este punto de la situación cabe evidenciar la desventaja que para México entero le significa su profunda cultura machista, vamos a ver, a nivel individual el comportamiento de salir y no tomar la menor de las precauciones “porque no hay que tenerle miedo al covid”, “porque llegó para quedarse”, amerita un par de razonamientos:
Hay una diferencia sustancial entre la valentía y la intrepidez, se es valiente cuando toca enfrentar un riesgo, a pesar del temor que nos pueda causar, y se es intrépido, cuando dicho peligro se busca a propósito y el temor no se sabe medir, como acá: porque al COVID19 no hay que tenerle miedo, pero tampoco hay que tenerle ganas.
El otro elemento alude al grado de madurez, porque si uno es muy “macho” y no le teme a nada, de cualquier forma, no vive solo, hay una familia en la que casi siempre existe una persona mayor, o ya afectada por otro padecimiento a quien llevaremos el coronavirus y que tendrá menor posibilidad de superarlo y si no, el mero hecho de que toda una comunidad enferme al mismo tiempo hace más compleja la atención médica oportuna.
Así también, a nivel de gobierno, no es lo mismo tener la culpa, que asumir la responsabilidad, ¿Qué ejemplo hace un líder incapaz de corresponder a la confianza que le dio una mayoría a través del voto? el presidente, sin ir más lejos todavía no puede reconocer que puso al mando de la política de salud a personas cuya arrogancia e incompetencia han costado miles de vidas y a nivel individual, como ciudadano, hace exactamente lo contrario a las recomendaciones, es un mal ejemplo a seguir.
Pero pongámonos en el lugar de una familia con poco acceso a información confiable cuyo único contacto son los medios oficiales, con trabajos precarios, sin tiempo y sin dinero, si el hombre por el que votó y en quien confían plenamente les dice que salgan, salen, si él no usa cubrebocas, pues será porque no sirve, si dice que los niños no necesitan vacunas no se las ponen, si los invitan a las fiestas masivas van, porque por supuesto que sí venden los dulces, los santas falsos y los juguetes, si los niños no han salido ni han tenido escuela, si en casa se come mal y no hay modo de entretenerse.
Por eso es cruel y completamente injusto que los medios de comunicación echen todo el peso encima de la gente, en tanto esas circunstancias que le describo se invisibilizan para hacerle el caldo a los populistas de hoy, esos buenos alumnos del viejo PRI que saben perfectamente cómo mantener a la gente necesitada, agradecida y ahora enferma. A más ver.
