Desde la mano izquierda: Nunca el olvido

“Sólo quería ser humano, no una combinación despiadada de dígitos. Relacionarme a través de mi existencia hacia el futuro y saber el secreto de la historia por venir. He sido capturado traicioneramente por la fuerza y encerrado tras las rejas, pero mi honor no se ha roto y no lo hará ni siquiera ante el verdugo.”

Bernard Świerczyna asesinado en Auschwitz el 30 de diciembre de 1944

 

El próximo domingo 27 de enero será el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto establecido mediante la resolución 60/7 de la Asamblea General de Naciones Unidas.  En ese documento se encuentran algunos de los principios más básicos que actualmente conforman nuestros derechos humanos y un recordatorio: “todas las personas tienen derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad, el desconocimiento o el menosprecio de estos derechos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad…”

En consideración a semejante acto de memoria hoy más que nunca hay que volver a escribir al respecto porque aunque parezca inconcebible el olvido de este momento histórico hay generaciones que ignoran lo que sucedió. En 2018. una encuesta realizada en los Estados Unidos señaló que muchos adultos desconocen los datos más básicos del holocausto, principalmente los jóvenes quienes de acuerdo a los resultados creen que solo se masacró a dos millones de personas, que ignoran lo sucedido en los campos de concentración y se piensan que Hitler llegó al poder por la fuerza. En iguales circunstancias lo confirmó el estudio anual de antisemitismo de la Universidad de Tel Aviv, la tercera parte de los europeos no sabe nada o apenas ha escuchado del exterminio masivo de seres humanos que se produjo entre 1933 y 1945.

Todavía peor es que se crea que quienes perpetraron estos horrores eran personas “malas” y no seres humanos igual a nosotros mismos, pero tan seguros de su odio y su supremacía que no dudaron en erradicar a quienes consideraron inferiores. Precisamente el mensaje del Secretario General de la ONU para este 2019, advierte de la proliferación de grupos neonazis y los actuales discursos de intolerancia contra musulmanes, migrantes, refugiados y otros grupos en condición de vulnerabilidad.

Esta amnesia, en todo caso esta arrogancia de creer que no es posible que en nuestra época se alcancen estos extremos sanguinarios puede llegar a desensibilizar a tal grado que los relatos de las y los sobrevivientes historias tras su fallecimiento queden en nada, que los lugares que se han preservado y los museos dedicados a guardar esta memoria eventualmente se olviden.

Y es que ni siquiera había una palabra para un acto como este, cuando en 1945 Rafael Lemkin, un jurista de origen judío nacido en Polonia originó el término genocidio, desde luego pensaba en el asesinato masivo de los 6 millones de miembros de la comunidad judía a manos de los nazis, aunque estimaciones de años recientes han llegado a señalar entre 15 y 20 millones de víctimas entre las que también hubo gitanos, polacos, rusos y minoría perseguidas por su orientación sexual o política.

Pero más que recordar de lo que como especie hemos sido capaces de infligirnos unos a otros, no hay que olvidar nunca que a la par hubo otras personas que ante estos horrores tomaron la decisión de poner en riesgo su vida para proteger la de los demás, en ese lado la imagen más conocida es Oskar Schindler quien salvó a más de mil judíos, pero también hay otros personajes como el mexicano Don Gilberto Bosques que en la Francia ocupada salvó a más de 40 mil personas.

Inclusive desde posiciones sin ningún recurso político o económico hay historias como la de la violoncelista Frieda Belinfante una mujer de personalidad libre, disidente y abiertamente lesbiana que en 1940 ante la ocupación de los países bajos comenzó a falsificar documentos para sacar a familias judías del territorio y a cubrir sus acciones llegando incluso a incendiar el registro civil de Ámsterdam siendo arrestada por la Gestapo en algún momento y perseguida después hasta que escapó hacía Suiza en 1944.

O que me dice de la rumana Gisella Perl que trabajó como ginecóloga en su país hasta la ocupación de 1944, siendo capturada y enviada hacía Auschwitz. En medio del terror sus memorias hablan de que el peor crimen que podía cometer una mujer era estar embarazada dado que observó por sí misma que cuando esto sucedía los soldados les soltaban a los perros, las pateaban y arrastraban hasta terminar con sus cuerpos en los crematorios inclusive aun estando vivas. Eso la condujo a tomar la decisión de ayudar a las mujeres a veces mediante un aborto y otras cejando la vida de aquellos bebés evitando así que fueran utilizados en los experimentos de médicos nazis. No fue sino hasta 1945 cuando recibió a un niño judío nacido y libre.

Será entonces el próximo domingo un día de conmemoración, de traer de vuelta estos sucesos para evitar que vuelvan a suceder, recordar sobre todo que en nuestra condición humana la falta de reflexión y el fanatismo pueden llevar a cualquiera hacía el odio, o por el contrario que el reconocimiento de la igualdad y de los derechos que compartimos puede volvernos valientes y defensores de la libertad, que nuestras decisiones sí que son importantes. A más ver.

Claudia Almaguer

Twitter: @Almagzur

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