Despedida-arranque de Sheinbaum ante miles y en contingencia

El calor no daba tregua y había gente que había esperado casi cuatro horas a que llegara la aún jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, al Monumento a la Revolución. El Sol caía directamente sobre ellos. Lonas, cartulinas o sombrillas. Todo ayudaba para tener unos segundos de paz.

“Nos sacaron de la casa con todo y que están pidiendo que no estemos en la calle”, se escuchó decir a una señora que se encontraba en primera fila. “Desde mi casa la puedo apoyar”, reclamó después.

Y con justa razón. Según el propio gobierno capitalino, entre las 13 y las 19 horas habría alerta naranja en diferentes alcaldías, entre ellas Cuauhtémoc, por el calor que alcanzó más de 30 grados.

Mientras tanto, los invitados, que colocaron en una valla hasta adelante, se alcanzaban a cobijar por la sombra que producía el monumento. Y los asistentes tenían que aguantar el Sol, de frente.

Entre los afortunados que no tuvieron que sufrir por el ardor estaban los senadores César Cravioto y Héctor Vasconcelos, así como el director del Fondo de Cultura Económica (FCE), Paco Ignacio Taibo II.

Sheinbaum, a diferencia de su gabinete y sus invitados, caminó por en medio de los asistentes por un pasillo. Volteaba a un lado y a otro para estrechar manos y agradecer la asistencia.

Una nube le hizo un favor a la todavía jefa de Gobierno y aspirante a la candidatura presidencial de Morena. Con un poco más de sombra, pudo dar su mensaje de despedida hacia los más de 80 mil ciudadanos que asistieron al evento y a quienes gobernó por casi cinco años.

Al llegar al templete, le dio la espalda al monumento para levantar ambas manos, saludando con la derecha y dejando la izquierda inmóvil.

“Quisiera decirles en este encuentro con amigos, ciudadanos, que no es un adiós, sino es el inicio de una nueva decisiva etapa en el futuro de nuestra patria”, exclamó la aspirante presidencial, lo que desató gritos de “¡presidentapresidentapresidenta!”.

Momentos después, Sheinbaum aprovechó el micrófono y el templete para pedirle a los ciudadanos que sigan caminando con ella en esta nueva etapa.

“Pido que digan conmigo: ni un paso atrás en la transformación”, solicitó, frase que encontró eco entre los asistentes.

Segundos después, agregó: “Vamos al encuentro con el pueblo de México. ¿Me van a acompañar en esta hazaña?”, cuestionó y recibió un “¡sí!” por respuesta.

Además, la aspirante guinda insistió en que es tiempo para que una mujer decida la dirección que tomará el país.

“México ya no se escribe con M de machismo. Se escribe con muchas letras, pero se escribe con M de madre y M de mujer”, declaró, y agregó que “nuestra patria libre y soberana, y, por voluntad de su pueblo, está escribiendo el capítulo de la igualdad”, sentenció.

Su discurso no fue únicamente para decir adiós o para hacerle un llamado a la ciudadanía a que la apoyen, sino que también destacó acciones que llevó a cabo mientras estuvo al frente de la ciudad.

Entre los méritos resaltó el haber creado el Centro de Comando y Control para las líneas 1 a la 6 del Metro, y que quedará instalado en el C5 de la ciudad; asimismo, haber invertido 37 mil millones de pesos en la remodelación de la Línea Rosa.

Fuerte acarreo

Claro que no todos los asistentes llegaron por sus propias convicciones. En los alrededores del Monumento a la Revolución se podían ver camiones y microbuses, tanto de servicio público como privado, llenos de gente que al salir se encaminaban al mitin.

Más cerca del lugar se escuchaba a familias decir: “No se les vaya a olvidar la contraseña”, lo que resultó ser un papel rojo con el que los asistentes podían comprobar que habían asistido al evento.

Al salir, la gente dejó sus botellas de plástico por todo el piso. También había papeles y basura en general. No importaba. La aún jefa de Gobierno había presumido sus logros y se había despedido de los capitalinos.

El Financiero

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