Difícil debió haber sido para Luisa creer el anuncio pegado en la caseta telefónica: un estudio que detecta más de cien enfermedades a solo 350 pesos. Mejor aún, por único día el maravilloso examen podría hacerse a dos personas por el mismo precio. Un clásico 2X1 que dejaba al maravilloso estudio en 175 pesos, y lo mejor, sin agujas, sin sondas, sin dolor.
La hoja de la promoción había sido fotocopiada al infinito y estaba en todas las casetas telefónicas de la colonia, así que Luisa se tragó sus dudas y fue al destino anotado que resultó ser no otro que el tianguis de los domingos. Allí, con una lona que anunciaba la misma promoción había una mujer, un monitor y un aparato con forma de caja cuadrada de la cual se desprenden dos cilindros metálicos que la gente sostenía, uno en cada mano, para saber qué le adolecía y qué necesitaba tomar. Tan sencillo como eso.
La misteriosa caja era, le dijeron, tecnología alemana de punta, capaz de hacer bioresonancia magnética de su cuerpo entero en tan solo unos minutos.
Ante una fila de aproximadamente ocho personas, entre hombres, mujeres y personas de la tercera edad, esperando por conocer y usar al maravilloso aparato, Luisa tuvo que volver más tarde.
Su lugar fue guardado para cuando volvió después de medio día. Sujetó los electrodos por cerca de hora y media, mientras sin cesar preguntaba sobre las luces y animaciones que aparecían en el monitor; la chica del “local” le contestaba sin dubitar, que lo que veía en el monitor era su propio cuerpo, siendo examinado por los pequeños electrodos de cada mano, capaces de distinguir los cuerpos electromagnéticos que emiten por separado cada uno de sus órganos.
El examen terminó. El estudio quedó de ser enviado a su correo y le fue ofrecido un paquete de colágeno y suero de leche con un costo total de 1,400 pesos. Luisa solo aceptó el colágeno, ofrecido natural y sin ningún químico, pero al no haber en el local le dijeron que tendrían que ir por él a la camioneta que los trajo, a una cuadra de distancia. 50 pasos después llegaban a un camión color blanco, con distintivos rosas, donde fuera de ella había otra docena de personas invitando a la gente a realizarse estudios, de otro tipo, entre mastografías y revisiones generales.
Era un camión, con distintivos rosas, de campaña de salud pública del gobierno de la Ciudad de México.
La chica entró y volvió a salir con el colágeno por el que Luisa aceptó pagar otros 450 pesos.
Stand en el centro de Huauchinango, Puebla.
El Analizador Cuántico
“Analizadores cuánticos” o dispositivos de “bioresonancia magnética”, los hay de distintos modelos y su uso en campañas de salud pública está bien documentado. Se les detectó en el 2016 en el estado de Veracruz como parte de una campaña de promoción de salud del DIF, en el municipio de Agua Dulce como una campaña en colaboración con la Cruz Roja y también en Cruz Roja de Nicolás Romero en Estado de México.
En Xataka México hemos podido comprobar por separado su presencia en una campaña de salud en el municipio de Huauchinango, Puebla, así como la existencia de distintas “clínicas” naturistas en Ciudad de México que ofrecen chequeos con el aparato, siempre con previa cita. Incluso hemos dado con una “campaña de salud” de la diputada local de Morena en Hidalgo, Noemí Zitle que invitaba a sus seguidores a acudir a su “oficina de gestión ciudadana” a hacerse un estudio con bioanalizador cuántico. Luego de contactarla, la publicación con la invitación fue borrada de sus redes sociales, y aunque en primera instancia aceptó dar una entrevista sobre el tema, permanecimos a la espera de que su equipo se contactara con nosotros, sin que ocurriera.
Como se lee en la invitación de la diputada Zitle, en la mayoría de los lugares donde se hacen exámenes con analizadores cuánticos, el tiempo por el que se necesita tomar los electrodos no es de la hora y media, tal y como lo hizo Luisa, sino por hasta un mínimo de 60 segundos. Aquello basta para que el analizador genere cerca de 40 reportes sobre el estado de salud de cada órgano.
El punto de partida para explicar que los analizadores cuánticos sí funcionan, según sus defensores, está en el biomagnetismo, teoría difundida por Franz Anton Mesmer que en el siglo XVIII explicaba que los seres humanos emitimos campos electromagnéticos. El principio en realidad es bien sabido por la comunidad científica, pero Mesmer dio un paso más ambicioso cuando aseguró que los campos electromagnéticos pueden incluso usarse para diagnosticar y curar enfermedades, todo era tan fácil como distinguir entre frecuencias electromagnéticas del cuerpo, para luego, con ayuda de imanes y objetos similares, sanarlo.
Aunque desmentido por la comunidad científica, Mesmer inició toda una escuela de las así llamadas prácticas biomagnéticas, que en México alcanzó su pico máximo de popularidad con el doctor Issac Goiz Durán, que desde 1988 utiliza imágenes para combatir parásitos, bacterias, hongos, virus y otros gérmenes, según se lee en su sitio biomagnetismo.biz. El doctor Goiz, fisioterapeuta durante sus primeros años de carrera y después egresado de la licenciatura de Medicina en Puebla, fundó incluso su propia Escuela Superior de Biomagnetismo en donde se dan cursos de bioenergética y difunde la teoría por todo el mundo.
Pero los pulsos electromagnéticos, aunque existen, están lejos de servir con fines de diagnóstico, de acuerdo al doctor e investigador en microbiología de la Universidad de Guanajuato, Alejandro Macias.
—A niveles micromoleculares los órganos al movilizar sus átomos emiten un pulso, pero eso no tiene ninguna utilidad de diagnóstico o de tratamiento, ni mucho menos con los aparatos con los que pretenden hacerlo —sentencia el doctor Macias—. Cualquier cosa que no haya pasado por el tamiz de la investigación cuantitativa es un absurdo.
Más allá de Mesmer y Goiz, el nivel de detalle de los “resultados” es sorprendente: a Luisa le entregaron informes por separado sobre el estado de su piel, vitaminas, toxinas, función renal, función pancreática, función hepática, alergias, lípidos, tiroides, pulso de cerebro y corazón, presencia de metales pesados y hasta padecimientos óseos.
Cada informe tiene además métricas independientes. En el caso de las alergias se dan resultados de alergias a mariscos, leche, químicos, pintura, tintes para cabello, polen, alcohol y fármacos. Sí, todos los fármacos en una sola categoría.
—¿Y sí sirve?— le pregunto a la clínica que Luisa ha identificado de donde provenían el analizador con que se le hizo la prueba a ella, al sur de Ciudad de México.
—Por supuesto que sirve, es lo último en tecnología alemana —contesta, de manera autosuficiente, la mujer identificada como Katy.
Pienso en que si ella sabe que es una estafa, es muy buena mintiendo. En su conversación se le escucha no solo segura, sino orgullosa de manejar el dispositivo. En su certeza de que el dispositivo es un equipo médico no está sola, la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios, Cofepris, coincide con ella.
Los analizadores en México
En México es relativamente sencillo conseguir uno de estos analizadores, páginas como Todoacupuntura y Giimedicas les venden a precios que van de entre los 3,000 a los 5,000 pesos. Todavía más sencillo se venden en Amazon, Linio y MercadoLibre a partir de los 2,000 pesos.
Todos los paquetes son muy similares: el aparato puede ser importado de China, Estados Unidos y Alemania, y además del analizador se incluye un manual, un CD con un software que instalar en PC, un cable USB y desde luego los mangos que deben ser sostenido por la persona sujeto del estudio.
Aún con todas las promesas, en los sitios de venta suele haber algún tipo de anuncio que advierte sobre que el dispositivo no puede usarse con fines de diagnóstico, sino solo preventivo. La leyenda les excluye de ser considerados por la Cofepris como equipo médico, por lo que reglamentariamente no son de observancia obligatoria por parte del órgano y no necesitan permiso para entrar en el país.
Analizador utilizado en campaña en Huauchinango, Puebla.
Sin embargo, en 2011, un distribuidor de analizadores cuánticos consideró pertinente presentar su solicitud ante la Cofepris, para obtener algún tipo de certificado oficial sobre el producto. Lo que pudo haberse convertido en el posicionamiento oficial de la Cofepris contra sistemas que dicen funcionar haciendo resonancias magnéticas con ayuda de solo un par de electrodos, no lo fue. Contra todo pronostico el distribuidor lo consiguió: en 2011 la Cofepris emitió el registro sanitario número 2207E2011 por el cual clasificó al sistema ES TECKS PEMS, como un equipo médico de clase dos, de acuerdo a la Ley General de Salud en su artículo 83.
De alguna forma, la Cofepris reconoció como equipo médico a un analizador cuántico no avalado por la comunidad científica, en su ingreso al país. Aunque la Cofepris no tiene en su página la base de datos de permisos expedidos con antiguedad mayor a dos años, la organización Quinto Poder cuenta con los datos de todos los permisos expedidos por la autoridad desde 2011, y la cual se puede consultar el registro sanitario 2207E2011 bajo el nombre de Quantum Bioenergética SA de CV por un aparato de nombre FECK PEMS.
El ES TECK PEMS es un modelo más de analizadores cuánticos, se promociona como la herramienta “definitiva de prevención de la salud” y clama ser similar a un electroencefalograma o a un electrocardiograma. Aunque se asegura que el aparato no puede ser considerado como una herramienta de diagnóstico, su comparación con un electroencefalograma hace fácil que el usuario les conceda que sus resultados son tan válidos como las imágenes generadas por resonancia magnética.
Este, de acuerdo al doctor Macias, es un signo inequívoco de la estafa.
—Usan siempre los mismos sistemas. Primero es una seducción la tecnología, segundo es el efecto placebo, tercero es el uso de los testimoniales, y luego la comercialización de todo eso a gran escala, que es lo que les deja de qué vivir. Hay verdaderas empresas alrededor de eso.
Los analizadores no son resonancias magnéticas
Contrario a lo que se dice sobre el TECK PEMS, su funcionamiento no es ni remotamente cercano a una resonancia magnética. Las resonancias magnéticas sí basan su tecnología en el uso de imanes para obtener imágenes tridimensionales del cuerpo, pero para ello se necesita, desde luego, una potente infraestructura que comienza por el uso de cabinas que emiten un pulso magnético hacia el cuerpo.
He aquí la principal diferencia entre un analizador cuántico y una resonancia magnética, la primera clama detectar flujo magnético, que en realidad es micromolecular como nos ha enseñado el doctor Macias, mientras que el segundo activa un campo magnético para detectar las reacciones de los tejidos del cuerpo a él.
El resultado de una resonancia magnética es no más que la detección de protones del cuerpo reaccionando al potente campo magnético. Quien se haya sometido a una resonancia magnética sabe que, entre otras cosas, debe permanecer dentro de una cabina totalmente inmóvil, y, usualmente, deben administrarse medios de contraste que hacen más fácil distinguir las reacciones de los protones al campo magnético de la maquinaria.
Más tarde, lo que hayan detectado los sensores es lo que podemos ver en forma de imágenes, mismas que deben ser diagnosticadas por un especialista. La maquinaria de resonancia magnética no puede, por sí solo, emitir un diagnóstico.
Aunque escasean en ciertas zonas de la Ciudad de México, en la delegación Tláhuac es fácil encontrar este tipo de letreros. Hemos dado con hasta tres clínicas que ocupan analizadores cuánticos en un radio no mayor a cuatro kilómetros.
“A lo mejor el aparato no sirve”
Por supuesto que la leyenda sobre que el aparato no debe usarse con fines de diagnóstico, se desvanece una vez que llega a “clínicas” homeópatas. De tres clínicas consultadas en Ciudad de México, en las tres se ha asegurado que el analizador es completamente fiable para detectar desde problemas de tiroides, desordenes de riñones, depresión, y otro centenar de padecimientos.
A Luisa tampoco le aclararon que todo podría no ser real, pero algo simplemente no encajaba. En su debacle estaba que le dijeron que su párpado izquierdo presentaba debilidad muscular, lo que coincidió perfectamente con una cirugía que le hicieron para extirparle dos verrugas en parpados hace unos años. A final de cuentas, cuando reflexiona, acepta que pudo haber sido un diagnóstico fácil de suponer con examinarle el rostro.
–¿Qué va apareciendo en la pantalla? —pregunto.
–Van apareciendo como si fuera de rayos x. Como si fuera primero rayos x y después como un electrocardiograma. De hecho te va diciendo igual que los latidos del corazón… así como un electro.
Imágenes como esta vio Luisa en el monitor.
A Luisa también le dijeron que también tendría descalcificación en huesos, que le faltaban vitaminas, que podría tener problemas de corazón pues se lo detectaron de tamaño anormalmente grande, que tendría problemas de circulación (el estudio arrojaba que era muy espesa), que tendría hígado graso y que tendría cálculos renales. Este último le dio más confianza en el estudio, pues Luisa ciertamente padeció de cálculos renales años atrás.
Además de los archivos enviados por correo, Luisa recibió esta hoja impresa con los principales diagnósticos y la sugerencia de consumir colágeno.
Con dos diagnósticos acertados y media docena que no, al día siguiente fue a hacerse estudios de laboratorio, desde biometría hemática, hasta exámenes de orina y ultrasonido en vías biliares, en un paquete de 1,200 pesos, 700% más que a como le fue ofrecido el examen con analizador. Con los estudios de laboratorio Luisa confirmó que sus trigliceridos estaban altos, que su colesterol estaba alto, y que tenía hígado graso, todo muy probablemente provocado por obesidad. Cuando Luisa recuerda el episodio, sin embargo, lo hace con con gratitud.
—A lo mejor el aparato no sirve —confiesa— el solo hecho de que una persona vaya con otra y le diga, tienes que cuidarte, ese solo hecho de que alguien te diga “mira tienes tendencia a obesidad, a tener diabetes, a tener cáncer”, ese hecho de hablar con alguien te sirve como persona. A mí me sirvió para que alguien me dijera “aguas, pon ojo en tu salud, te puedes enfermar —concluye.
“Devilidad en el cerebro”
No todos corren con la suerte de Luisa. Cuando una chica de 23 años, en aparente perfecto estado de salud, acudió con el médico general Juan Diego Ayala, visiblemente nerviosa y preocupada porque alguien más le había diagnosticado “devilidad cerebral” luego de hacerle una prueba con un “aparato con tecnología de punta”, Ayala se dio cuenta de que alguien se había aprovechado por completo de su falta de conocimiento científico.
La lista de diagnósticos, luego de haberle hecho una prueba con analizador cuántico. Entre tantas está “devilidad cerebal”.
La hoja no era más que un pedazo en blanco, en donde el “doctor” escribió con pluma su nombre, teléfono y diagnósticos. Entre ellos no solo estaba la “devilidad cerebral” sino también inflamación de útero y ovarios, miomas “al útero”, colesterol alto, y de nuevo, hígado graso.
La chica estaba en su peso y talla y luego de un chequeo con preguntas de rutina no había ningún indicio que hiciera sospechar a Ayala. Sin embargo, ella, no conforme y aún preocupada, pidió más estudios al doctor, no sin antes contarle su historia donde un “doctor naturista” le hizo una “resonancia magnética”.
—Es tan ilógico como decir que te hacen una radiografía para ver si tienes diabetes. Si tuviéramos una máquina de ese tipo, créeme que no te haría un examen en cinco minutos con tres simples electrodos —dice Ayala.
Notablemente molesto, el médico es tajante: ninguna de estas terapias tiene evidencia científica que la avale.
Por la inqiuetud de la paciente, Ayala terminó por solicitar más exámenes, sanguíneos, elemental de orina y coproparasitario. De dos a tres horas después, con los resultados listos, ella por fin estaba declara libre de alguna de las enfermedades diagnosticadas por el aparato. El caso que sucedió en Ecuador llevó a que autoridades sanitarias contactaran a Ayala para dar con el local naturista donde se hizo el examen con el analizador, mismo que fue cerrado hace apenas unos días.
A falta de un dispositivo que desmantelar para conocer a fondo su operación, no podemos dar certidumbre sobre si el software que se instala en PC completamente de forma aleatoria resuelve los indicadores que ofrece como resultados, o si bien sí toma en consideración los factores iniciales que le son solicitados al paciente, entre ellos edad, peso y talla. Sin embargo, no son pocos las personas que con cámara en mano, han hecho su propia disección de analizadores cuánticos, solo para descubrir que en efecto el aparato no cuenta con bobinas, imanes, o cualquier tipo de detector de campos magnéticos.
Jorgen A Jacobsen incluso consigue en su propio video hacer que el “escaneo” siga su curso colocando papel alrededor del “electrodo”.
La base del conocimiento científico: el escepticismo
—¿Hay poblaciones más vulnerables que otras? —le pregunto a Macias.
—Sí claro. Entre menos entendimiento tengas de la realidad científica, de la evaluación de la evidencia, eres más vulnerable a todo eso, por más que haya una autoridad regulatoria que te quiera defender.
Para Macias, la educación en México opera con un déficit de enseñanza del método científico desde los niveles más básicos, lo que nos hace particularmente vulnerables ante quienes utilizan el lenguaje y elementos propios de la ciencia para disfrazar como producto de la ciencia, aquello que no se obtuvo mediante el consenso especializado.
—Como sociedad tenemos un concepto de cultura que está muy sesgado. Deberíamos tener el método científico, nuestra capacidad para evaluar críticamente la sociedad, los hechos, como parte del término cultura —dice Macias.
De hecho asegura que el tema del Cofepris avalando como equipo médico a los analizadores cuánticos, es un tema de fondo. Capacidad operativa le hace falta, reconoce, pero al final la solución está en el desarrollo de una mejor cultura médica, de la ciencia, de la evaluación de evidencia, y de reconocimiento y distinción de lo que puede ser y de lo que no.
Fuera de México, en 2018 la FDA en Estados Unidos alertó a la población en general sobre terapias basadas con analizadores cuánticos. En el documento aseguran que la publicidad falsa puede llevar a la idea de que estos aparatos son equipo médico, pero en realidad no lo son.
Así, si los analizadores operan bajo el marco claro de que no son herramientas de diagnóstico, usualmente pueden funcionar en un área gris de la ley; si se les nombra equipo médico ya constituye un delito a perseguir. De ahí que distribuidores sean enfáticos en cuanto a que los analizadores solo sirven con fines de “investigación” y algunos dicen solo con fines “educativos“. Como vemos, en México el panorama es bastante distinto.
Homeópatas y naturistas experimentados con aplicar estudios con analizadores fueron invitados a dar su propio punto de vista. Aunque en un principio la mayoría aceptó, al final ninguno quiso someterse a una entrevista
Xataka