¡Dispárame, cabrón!

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En el estado de Guerrero nadie sabe qué pasará mañana durante el día de la elección. Conforme se acerca más la jornada electoral se intensifican las acciones del movimiento que pretende boicotearlas por la memoria de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala el año pasado pero también se incrementa el cerco policial 

Los policías antimotines tenían órdenes de disolver a como diera lugar la protesta de los maestros de la CETEG, que por más de dos horas mantuvieron bloqueada este viernes una de las principales avenidas del centro de Chilpancingo.

Esta vez las autoridades no iban en plan de negociación con los cetegistas.

Los manifestantes quemaron propaganda electoral en la calle Vicente Guerrero en protesta por la celebración este domingo de las elecciones en el estado.

Los agentes apenas se bajaron de sus camiones, se desplegaron por la calle rumbo a la protesta y de inmediato cargaron contra los manifestantes lanzando bombas de gas lacrimógeno.

Fueron entre 6 y 8 descargas en contra de ellos y algunos civiles –incluyendo niños y mujeres-que cruzaban en ese momento por la zona.

El ardor en los ojos y la nariz tiñó el ambiente del centro de Guerrero.

Los empleados de los comercios bajaron sus puertas y se atrincheraron en sus negocios por miedo.

Los maestros de la CETEG se replegaron de inmediato en su campamento que tienen desde hace 8 meses en el Zócalo de Chilpancingo. Los uniformados los persiguieron hasta ahí. Uno de los agentes apuntó con su arma de lanza gases contra uno de los líderes del CETEG con la intención de amedrentarlo.

“¡Dispárame”, le gritó en tono desafiante el cetegista encapuchado.
El policía le seguía apuntando con su arma y amagaba que iba a detonar el cartucho.

¡Dispárame, cabrón!”, lo retaba el manifestante.

Los habitantes de Guerrero amanecen hoy con la incertidumbre de qué ocurrirá mañana durante la jornada electoral.

Se espera lo peor.

Hay desasosiego entre la gente pero rabia también mucha rabia.

El desalojo hecho ayer viernes en el centro de Chilpancingo por los policías estatales provocó reclamos de parte de una mujer que iba cruzando por la zona al momento de la ofensiva policial.

“¡Hijos de su puta madre!”, les gritó a los antimotines.

“Muy valientes con esta gente sin nada”.

La campaña para impedir las elecciones este domingo –que encabeza el movimiento de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y el CETEG- toma más fuerza conforme se acerca el Día D.

“Estas elecciones están manchadas de sangre.

Tenemos que boicotearlas”, gritaba ayer por el altavoz uno de los líderes de una manifestación que encabezaron este viernes los padres de los 43 normalistas desaparecidos en las oficina del INE.

Los inconformes marcharon por la Autopista del Sol por casi una hora gritando consignas contra las autoridades y la organización de las elecciones.

Los cetegistas intentaban llegar hasta la sede la Junta Distrital Número 7, ubicada en la colonia 20 de Noviembre.

No lo lograron.

Esta sede electoral del INE desde hace unas semanas ha sido convertida prácticamente en un cuartel militar por elementos del Ejército, Policía Federal y la Policía Estatal.

Un grupo de antimotines de la Policía Federal interceptó a los manifestantes encabezados por los padres de los estudiantes de Ayotzinapa y les impidieron su paso por una de los accesos.

Los manifestantes estaban en clara desventaja y no intentaron romper el cerco policial.

Los maestros hicieron su mitin –frente a los agentes- y se retiraron del sitio tranquilos y sin problemas.

Es cierto que Guerrero es uno de los focos rojos del país, pero los habitantes de este estado han aceptado con una resignación sorprendente la situación de caos que enfrentan diariamente con las protestas, bloqueos y enfrentamientos.

Los guerrerenses no han cedido ante el calamidad que enfrentan. Ellos salen a visitar los negocios ubicados en el centro de la capital del estado. Conversan en el Zócalo tomado por el CETEG. Comen en las fonditas de alrededor. Van a los bancos que abren en sus horarios habituales.

El día de ayer la sede estatal del PAN de Guerrero fue atacada durante la madrugada con un artefacto explosivo. Hombres encapuchados irrumpieron en el CDE y lanzaron una bomba molotov que incendió el local.

Horas después los negocios ubicados alrededor de las oficinas albiazules abrían sus puertas como si nada hubiera ocurrido.

Los guerrerenses no se han rendido.

Pero los que sí se han entregado son sus edificios.

Prácticamente todas las fachadas de edificios públicos del centro de Chilpancingo –salvo la de la Catedral- lucen con pintas de protesta por la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa y la organización de las elecciones.

Hay graffiti en las sedes del Poder Judicial de la Federación, en el Congreso del Estado y en el Palacio Municipal del Chilpancingo.

“Aguirre Asesino”, se lee en una de las esculturas del Ayuntamiento de Chilpancingo, tomado desde el año pasado por la CETEG.

Hay otra consigna que se lee con frecuencia en los muros de la ciudad.

“No votes guerrerense”.

Hay otra situación que enfrentan a diario los habitantes de este estado del sur de México: el asedio policial y militar.

El pueblo de Tixtla –donde se ubica la Escuela Normalista de Ayotzinapa- está prácticamente sitiado desde hace días por las fuerzas federales que están a cargo de la seguridad de las elecciones.

Hay dos carreteras que conectan Tixtla con Chilpancingo, la capital del estado de Guerrero, y en las dos vías -una libre y otra de cuota- la Policía Federal y la Policía Estatal han instalado retenes para revisar todos los vehículos, unidades de transporte colectivo y autobuses que salen de Tixtla.

Hombres y mujeres son revisados por elementos federales junto con sus pertenencias.

Las revisiones provocan reclamos de las personas.

“¿Lo mismo hacen en Chilapa?”, les pregunta una mujer pasajera de un colectivo a los policías.

“Allá es foco rojo y nadie hace nada. Sólo aquí…qué raro”.

Fuente: Reporte Índigo.

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