A nuevas formas de evaluación, deben corresponder nuevas formas de enseñanza. Nuestras escuelas son sometidas a evaluaciones externas, como PISA, mientras que las formas de facilitación del aprendizaje se siguen reproduciendo conforme a la planificación didáctica tradicional del profesor, ahora con el agravante de reformas educativas con textos de pésima calidad.
Se hace necesario que, en el campo de la profesionalización del docente en la educación básica, se promuevan herramientas metodológicas, como el Aprendizaje Basado en Problemas, que le permitan construir y resolver con sus alumnos problemas tipo PISA, diversificando las formas en que el estudiante puede construir y reconstruir el conocimiento, con la intención de que se apropie de aprendizajes significativos, y pueda aplicar su conocimiento en la resolución de situaciones cotidianas.
Incluir en los libros de texto de los alumnos actividades que promuevan la resolución de ejercicios donde los alumnos puedan encontrar, de acuerdo a sus necesidades e intereses, significado a lo que aprenden, con la finalidad de lograr transferencia a situaciones problemáticas de la vida cotidiana, con ejercicios tipo PISA, en donde se apliquen los conocimientos adquiridos en la escuela. Solo así podremos elevar el aprendizaje de nuestros alumnos y por tanto los resultados de las evaluaciones externas.
Hemos tenido la oportunidad de conocer a muchos profesores desde nuestra educación inicial hasta la actualidad. Hoy sabemos que muchos de ellos son auténticos expertos en relación con los contenidos que transmiten. Sin embargo, no todos dan la suficiente importancia a los aspectos metodológicos ya que a veces se piensa que lo único realmente importante es el dominio de los temas a transmitir.
Por otro lado también hemos descubierto que algunos de ellos poseían ese mágico detalle que abría las puertas del entendimiento y como, casi de la nada, lograban despertar el interés en los contenidos para que nosotros en interacción con los objetos de conocimiento lográramos reconstruir y apropiarnos de los conocimientos.
Libros para el maestro y para el del alumno, deberán brindar ese espacio donde se permita que el alumno encuentre actividades que le permitan asombrarse, experimentar, acercarse a la ciencia sin miedo, a ser pequeños investigadores de su entorno.
Adicionalmente. Propongo evocar en nuestros alumnos valores universales, virtudes y principios. Orientar un verdadero Aprender a Ser y Aprender a Convivir, apoyado en la metodología de Aprendizaje Servicio, donde mediante un proyecto educativo en la comunidad se pueden potenciar valores, dejando atrás la idea de “ver” un valor por semana y potenciar la vivencia de los valores ya que solo de esa forma podrán ser afianzados.
El pensamiento crítico es otra propuesta. Sería muy triste formar autómatas, expertos en lectura, matemáticas y ciencias sin ética y sin pensamiento crítico. El pensamiento crítico debe ser parte fundamental del programa de estudio el permitir a los alumnos emitir juicios de valor, el poder argumentar una crítica o una opinión a favor o en contra. Pero también en la formación de docentes el cómo propiciar el pensamiento crítico y como aceptar la diversidad de opiniones en un tema, en suma, aceptar la pluralidad.
Proyecto de vida es la parte de la currícula que propongo se instituya desde educación básica y se refuerce con todo aliento en el bachillerato para que el enorme talento de nuestra niñez y nuestra juventud no se trunque y desperdicie a causa del abandono escolar. Y que se forme a los maestros para compartir con sus alumnos estos conceptos.
Finalmente. Jamás olvidemos que todos fuimos -o somos todavía- alumnos y que para todos existe un maestro que fue -o es- el mejor de nuestra vida. Más de uno de nosotros sabe quién es ese maestro: el que nos educó con benevolencia, el que nos educó con amor. Actuemos en consecuencia, eduquemos con amor. “No basta que los niños, que los jóvenes sean amados, es necesario que lo perciban”.
