El cubano siempre ha mantenido una gran cercanía a los productos y a la cultura estadunidenses.
La estatua de Ernest Hemingway y los viejos autos son dos de los principales atractivos turísticos de Cuba, pero la influencia cultural estadunidense es mucho más amplia en la isla, pues incluso alcanza el lenguaje cotidiano.
La potencia del norte ha sido coprotagonista de la historia cubana desde su independencia de España en 1898 y ni siquiera medio siglo de enemistad, tras la revolución de 1959, sirvió para borrar la presencia estadunidense en la isla gobernada por el Partido comunista.
“En Cuba, la presencia cultural norteamericana siempre ha sido fuerte (…), los cubanos la hemos asimilado e incorporado a nuestras tradiciones culturales, sin que por ello hayamos perdido nuestra propia identidad”, explica el académico y ex diplomático Carlos Alzugaray.
Esta presencia posiblemente se reforzará con el proceso de deshielo iniciado el 17 de diciembre pasado, que tendrá un gran avance mañana con el restablecimiento de relaciones diplomáticas, rotas en 1961, y la reapertura de embajadas.
Pero desde antes del deshielo, las joyas de la industria automotriz estadunidense, los Chevrolet, Ford, Cadillac y Pontiac de los años 50, circulan por las calles cubanas como muestra tangible de la calidad —y perdurabilidad— de los productos “made in USA”, que tanto atraen a los cubanos.
Los autos bien conservados pasean turistas por La Habana, mientras los semidestartalados sirven de taxis colectivos para los cubanos.
Tras la revolución, Fidel Castro se esforzó para erradicar las costumbres “burguesas” y las importadas de Estados Unidos.
La Coca-Cola pasó a ser la “bebida del enemigo”, lo mismo que el whisky, aunque es originario de Escocia. La tenencia de dólares, la “moneda del enemigo”, se castigaba con cárcel hasta 1993.
Todo lo que olía a “yanqui” fue eliminado, con una salvedad: el cine y la televisión jamás dejaron de transmitir películas de Hollywood. Como no podían pagar los derechos, debido al embargo impuesto en 1962, las pirateaban.
Incluso el chicle vivió épocas complicadas en Cuba: quedó virtualmente prohibido, en particular entre los jugadores de beisbol.
Pero todo empezó a cambiar lentamente durante el “periodo especial”, la crisis económica de la década de los 90 tras el colapso del bloque soviético, y más aceleradamente desde que Raúl Castro sucedió a su hermano Fidel en 2006.
Las reformas de Raúl y las medidas del presidente Barack Obama han favorecido los intercambios entre ambos países, lo que causa gran impacto en la isla, pues buena parte de los cubanos tienen familiares emigrados en la “Yuma” (Estados Unidos), incluso el propio Fidel.
Hemingway, quien dio fama a la isla con su libro El viejo y el mar(publicado en 1952), es el estadunidense más venerado en Cuba.
Su casa habanera es uno de los museos más visitados y ningún turista deja de tomarse una selfie junto a la estatua del Premio Nobel en la barra del bar Floridita.
En las calles cubanas ahora se ve gente con ropa con la bandera de las barras y las estrellas, y bares cubanos organizan fiestas de disfraces por Halloween.
“La forma en que se celebra Halloween me impresiona mucho. Solo nos falta celebrar el 4 de julio y el ‘día del pavo” (Acción de Gracias), dice a la una ex profesora de periodismo de la Universidad de La Habana.
Fuente: Milenio.