EL BÚHO DE ATENEA SOLO VUELA EN EL OCASO

AUTONOMUS ALUMNI, DESTACADOS, OPINIÓN

Por Luis Lauro Ramos Rodríguez. @lauroramosr

Esta frase cuya autoría se adjudica al filósofo alemán Friedrich Hegel, simplificando su

explicación, nos da a entender que el análisis y el conocimiento sobre algo únicamente se

pueden realizar y obtener cuando este está concluyendo.

Hoy, martes primero de octubre, el sexenio de Andrés Manuel López Obrador culmina,

dando salida a un presidente que terminó su mandato con más poder del que tenía cuando

comenzó y que deja la silla presidencial a la primera presidenta de nuestra historia, que es,

además, la más votada. Sin pintas serias de oposición.

Los calificativos de bueno y malo se quedan cortos para poder encuadrar seis años en los

que la política de este país transicionó hacia la izquierda, sucumbió a los discursos de

promesas democráticas y de corte social, de un gobierno que puede presumir entre sus

logros haber sacado a más de cinco millones de mexicanos de la pobreza y haber

impulsado un aumento al salario mínimo superior al 100%, así como la creación y

fortalecimiento de algunas instituciones, como la Guardia Nacional y la inversión en grandes

proyectos de infraestructura como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.

No obstante, del tamaño de sus éxitos han sido sus fracasos, quizás mayores. Prometió

terminar con la corrupción y estuvo lejos de hacerlo. Aunque la Auditoría Superior de la

Federación detectó menos irregularidades respecto a sus antecesores, escándalos como el

de SEGALMEX, que habrían costado por lo menos 2,700 millones de pesos de dinero

público, y los que vinculan directamente a su familia, como los videos de Pío López

Obrador, hermano del presidente, recibiendo dinero en efectivo por parte de David León,

operador político afín a la 4T, seguirán presentes en la memoria de los mexicanos por

mucho tiempo. De igual manera, lo harán el deficiente manejo de la salud pública,

respaldado por el desabasto de suministros y el fracaso del sistema INSABI, y, desde luego,

la crisis de inseguridad de la que fue incapaz de sacar al país, registrando poco menos de

200,000 homicidios dolosos en su gestión. Sirviendo el estado actual de Sinaloa como un

claro ejemplo de este imperdonable fracaso.

Y aunque de temas federales se podrían escribir miles de párrafos, y así está siendo, vale la

pena también reflexionar sobre lo que este sexenio significó para San Luis Potosí.

Nuestro estado, por desgracia, jamás entró entre las prioridades de Palacio Nacional. AMLO

visitó el territorio potosino en cerca de 20 ocasiones, habiendo lugares como su natal

Tabasco, donde para 2023 ya registraba más de 30 visitas oficiales, a pesar de tener

400,000 habitantes menos. Sus avistamientos en San Luis fueron, en su gran mayoría, para

realizar actos protocolarios y de mero trámite; algunos de plano fueron pura simulación,

como la supuesta reunión con autoridades del Hospital Central a la que el director del lugar

ni siquiera asistió.

La única obra federal significativa que ocurrió durante este gobierno fue la supercarretera

que conecta Tamazunchale con Ciudad Valles, misma que inició durante la administración

de Peña Nieto y que, apenas un mes después de su inauguración, ya había presentado

fallas. Las prioridades en cuestión de infraestructura se vieron principalmente en los estados

del sur, donde se concretaron obras como el Tren Maya y la Refinería Dos Bocas.

La ampliación de la vía alterna a la zona industrial, que pretendía ser financiada en parte

con recursos federales, tuvo que ser desarrollada por el gobierno estatal, y el supuesto

aeropuerto que complementaría y ampliaría al existente en Tamuín se quedó solamente en

palabras, haciendo que la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, se comprometiera a iniciar

la obra el año entrante.

En cuestión de programas sociales, los estados de Guerrero, Chiapas y Oaxaca fueron

quienes más beneficios vieron, según detalló el mismo presidente.

Durante la saliente administración se generaron poco más de 40,000 empleos formales en

la entidad potosina, dato que contrasta con los más de 100,000 que entregó la

administración de Enrique Peña Nieto.

Dicho esto, de acuerdo con la encuestadora Mitofsky, para agosto, la aprobación del

presidente en nuestra entidad era del 57%, situándose como el estado número 24 en esta

lista.

El panorama hacia el futuro es incierto. Mientras algunos se mantienen optimistas por lo que

el nombramiento de nuestra paisana Rosa Icela Velázquez en la Secretaría de Gobernación

pueda significar para San Luis, hay otros que, por la misma razón y sus aparentes fricciones

con el gobernador del estado, temen exactamente lo contrario.

Lo cierto es que querer predecir estos escenarios es mera especulación, pues hay factores

que trascienden al conocimiento público y que pueden afectar este devenir, por lo que lo

único que nos resta a los potosinos es la esperanza de que estas cifras, en seis años, sean

mucho más satisfactorias. Esperamos que así sea.

Hasta el próximo martes.

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