El Chalequero: El asesino que Porfirio Díaz perdonó y volvió a matar

TORRETA, VIRAL

A más de cien años de sus crímenes, el nombre de Francisco Guerrero Pérez, mejor conocido como El Chalequero, sigue causando escalofríos. Su caso no solo fue uno de los más oscuros del México del siglo XIX, también se considera el inicio de la historia criminal moderna en el país.

Las víctimas de Guerrero eran mujeres de escasos recursos, muchas de ellas trabajadoras sexuales. Aprovechaba su condición social para pasar desapercibido, en una época donde estas mujeres eran prácticamente invisibles ante los ojos de la justicia y la sociedad. Se cree que asesinó a más de 20 entre 1880 y 1888.

Nacido en 1840, El Chalequero vivió en una Ciudad de México que aún no era capital moderna, sino un lugar lleno de pobreza, desigualdad y violencia. Era un tiempo donde la justicia avanzaba con lentitud y la vida en los barrios populares podía ser cruel y peligrosa. Su apodo, por cierto, viene del chaleco que usaba, prenda común entre los trabajadores urbanos de la época.

La brutalidad de sus actos fue lo que lo colocó en los libros de historia: golpeaba, estrangulaba y en algunos casos mutilaba a sus víctimas. Casi todos sus crímenes ocurrieron en zonas céntricas como La Merced y Tepito.

Fue en 1888 cuando por fin fue capturado. Se le dictó sentencia de muerte, pero ocurrió algo sorprendente: el presidente Porfirio Díaz le perdonó la vida, alegando que Guerrero ya era muy anciano como para seguir siendo una amenaza. En lugar de la ejecución, se le condenó a 20 años de cárcel.

Pero el perdón de Díaz fue un error. Al salir libre con más de 70 años de edad, Guerrero volvió a matar. El hallazgo del cuerpo de una mujer en el canal de la Viga levantó sospechas y las investigaciones lo señalaron de nuevo. Había reincidido.

Esta vez no hubo misericordia. El Chalequero fue sentenciado otra vez, aunque no alcanzó a cumplir su castigo: murió en prisión antes de que se ejecutara su condena.

Aunque su historia parezca sacada de una serie de terror o crimen, todo sucedió en la vida real. Su caso dejó al descubierto el abandono a los sectores más vulnerables de la sociedad mexicana de ese entonces. Y aún hoy, hay quienes afirman que su alma sigue penando por las calles donde atacó.

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