Durante el juicio que se celebra contra el capo mexicano en Nueva York, le saludó con complicidad subiendo las cejas. Llegó a estar tan cerca de El Chapo que afirmó haber sido su brazo derecho y “también su izquierdo”. Su recuento sirvió para exponer la rutina que seguía en uno de sus siete escondites. “Solía despertase a medio día”, declaró, “tras el almuerzo, realizaba las llamadas a sus socios caminando bajo los árboles”.
El Chapo en una foto con el “Comandante Juanito” o Don Juan de quien dice Alex Cifuentes era el encargado de la compra de la goma de opio, Alex lo describió como el “consejero y confidente más cercano” de El Chapo. Alex Cifuentes fue a vivir con Joaquín Guzmán en otoño de 2007 para seguir el negocio de la distribución de cocaína y garantizar que llegaba a su familia el dinero de las ventas.
Era más que un socio. Durante su testimonio se refirió al narcotraficante por su nombre de pila. Comentó también que estaban muy preocupados con su seguridad y que le sugirió tener un helicóptero para poder escapar rápido.
El Chapo Guzmán junto a Alex Cifuentes y una mujer no identificada en una foto tomada en uno de los escondites del Chapo en las montañas del triangulo dorado
La residencia donde pasó más tiempo era Las Trancas. El Chapo tenía unas siete propiedades en las montañas del Triángulo Dorado, según su recuento. A una le llamaban La Playa, porque estaba junto a un pantano. Eran estructuras pequeñas, de madera, que contaban con sus propios generadores. Tenían televisión vía satélite y acceso a Internet. “No eran lujosas”, dijo, “para no llamar la atención del Ejército”.
Todas tenían una característica común: las ventanas estaban polarizadas para que no se viera su interior. El Chapo contaba con varios secretarios personales que tomaban notas todo el tiempo en libretas de bolsillo. “Había siempre muchas cosas que hacer y muchos números”, explicó. Ellos se encargaban de pasarle los mensajes cuando se levantaba, de llevarle la agenda y organizar la compra de víveres.
Cifuentes indicó que gastaban cerca de 200.000 dólares mensuales en las operaciones del campamento, donde tenía a medio centenar de pistoleros. “La seguridad estaba organizada en tres anillos”, explicó. Unos custodiaban las inmediaciones de la residencia. Otros las vías de acceso. También tenía personal en los helipuertos del Ejército. Contó que estaban obligados a ir siempre vestidos con ropa de camuflaje.
Había dos personas con siete radios dedicadas exclusivamente a vigilar al Ejército. Identificaban a los militares como cachuchas, verdes y guachos. El narco llevaba siempre una AR-15 con lanza granadas y su pistola con diamantes incrustados en la culata. El ingeniero Cristian Rodríguez ya relató el jueves que estuvieron tres días escondidos las montañas para escapar de una operación.
Cifuentes explicó que solían cambiar de vivienda cada 20 días. “Los guardas que dejaban atrás no conocían la nueva localización”, señaló. Y aguantaban hasta cinco minutos antes de abandonarla cuando recibían la alerta de que se aproximaba el Ejército. “Dio la orden de no dispararles en la medida de lo posible”, afirmó. La guerra con los hermanos Beltrán-Leyva también les planteó problemas de seguridad.
El Chapo en la sierra con una de sus novias
Además del personal de seguridad y los secretarios, tenía siete mujeres de servicio que se rotaban en parejas. El refugio era frecuentado por sus socios más próximos y familiares. “Se llegaba con una pequeña avioneta”, explicó, “había que ser un piloto muy experto”. Emma Coronel, su esposa, se acercó en alguna ocasión. “Iba poco”, afirmó en la descripción de la rutina. “También alguna amante”, añadió.
Durante el testimonio, el jurado escuchó una llamada interceptaba en la que hablaba con Cóndor, uno de sus secretarios que se encontraba en Culiacán. Cifuentes comentó también que estuvo presente en la fiesta de cumpleaños que celebró el 4 de abril de 2008. Guzmán recibió múltiples regalos, incluida una camioneta blindada de color blanco tipo pick up y un vehículo todoterreno Hummer de camuflaje.