El despertar de la Generación Z en la UNI: El reto al poder

El Radar

Por Jesús Aguilar

X @jesusaguilarslp

En San Luis Potosí, algo cambió. No fue un trueno aislado, sino un estruendo acumulado que por fin rompió la barrera: la comunidad universitaria de la UASLP —y sobre todo una nueva generación de jóvenes — puso en jaque a las estructuras que hasta ahora parecían intocables. Las internas y las externas.

La chispa fue brutal: la violación de una estudiante en la facultad de Derecho, sumada al silencio, a la inacción institucional y al encubrimiento, detonó un paro, una movilización y un grito que dice: “ya basta”.

Este hecho, sin precedentes en su forma y contundencia, no es sólo una protesta. Es un despertar político de la llamada Generación Z, que ya no acepta jugar bajo las reglas viejas, que exige implicarse y transformar, que rechaza ser utilizable como ficha de juegos de poder.

Lo que explotó

El caso de la agresión sexual dentro de la Facultad de Derecho fue la gota que derramó el vaso. La comunidad universitaria reaccionó con tomas, movilizaciones, exigencias claras: justicia para la víctima, protocolos que funcionen, sanciones reales. Y sobre todo, unidad en un reclamo legítimo.

Pero lo que ocurrió va más allá del hecho concreto: la indignación acumulada se convirtió en acción. Los estudiantes construyeron un pliego petitorio con siete puntos precisos: sanciones sin importar cargo, acompañamiento para víctimas, capacitación con perspectiva de género, garantías de no represalia. 

La revelación.

Lo que emerge es el mapa de una institución que lleva años confallas graves: omisión del personal directivo, protocolos presentados pero no aplicados, facultades que operan con lógica propia, liderazgos que debieron contener y proteger y no lo hicieron. Por ejemplo, el secretario general de la UASLP, Federico Garza Herrera, figura clave del aparato universitario, es señalado por su falta de reacción ante omisiones graves y vínculos conflictivos. Esa inercia o resistencia al cambio preparó el terreno para lo que hoy se está viendo.

En paralelo, la movilización enfrentó un reto inesperado: infiltraciones y desvíos de la causa original. Como apunta el análisis, apareció una consigna fuerte: “¡Fuera infiltrados!”, porque parte del movimiento no estaba preparado para ser usado como vehículo de intereses ajenos. Esto deja algo muy claro: esta generación no sólo exige justicia, sino también autoridad moral y autonomía frente a los poderes tradicionales.

Una nueva generación que no se deja usar

La Generación Z —estudiantes universitarios que crecieron en un mundo digitalizado, conscientes de las injusticias globales, acostumbrados a movilizarse y a exigir— ya no acepta la complacencia ni el silencio. En la UASLP están demostrando que pueden organizarse, definir sus demandas, y mantener la voz sin cederla a otros. Este paro y esta movilización reflejan que no sólo están enojados: están decididos.

Y eso altera las reglas. Porque el poder, en cualquiera de sus formas —institucional, político, estudiantil— esperaba una rendición pasiva, un reclamo controlado. Pero esta generación puso las condiciones. Y lo más notable: se resiste a ser instrumentalizada. El reconocimiento de infiltrados o de agendas externas es signo de que los estudiantes están vigilantes, conectados, conscientes de su propio protagonismo.

¿Qué se viene ahora?

Este momento es un punto de inflexión. Por un lado, la UASLP afronta una crisis de credibilidad y estructura. Como dijimos ayer, la Universidad no puede reconstruirse sobre la base de quienes fueron parte de su derrumbe moral. Por otro lado, los jóvenes universitarios han sentado un precedente: en cuanto una institución se desliga de su función fundamental (proteger, educar, acompañar) la comunidad puede imponerse.

Las preguntas que vienen son muchas:

• ¿Podrá la universidad responder con transformación real —adecuación de protocolos, sanciones ejemplares, cambios estructurales— o se limitará a gestos?

• ¿Cómo se vinculará este despertar estudiantil con otros ámbitos de la sociedad potosina y más allá?

• ¿El poder tradicional será capaz de adaptarse o intentará cooptar el movimiento antes de que la propia generación lo rechace?

• ¿Cómo se pueden blindar internamente por ejemplo ante la oportunidad de buscar posiciones de poder por ejemplo los Alfas, perdedores de procesos pasados aún emberrinchados y apoyados por intereses ajenos?

La movilización en la UASLP no es solo un estallido universitario. Es el síntoma de una nueva generación que hace política sin decirse política, que reclama sin intermediarios, que exige sin delegar. 

Es un despertar organizado, claro, contundente. Y esa es la buena noticia y el reto mayor: porque un poder contendido, renovado, vigilado desde abajo es más difícil de manipular.

En San Luis Potosí, los estudiantes de la UASLP están desencadenando algo: un cambio de época. 

Este paro, estas tomas, estos pliegos petitorios son parte de ese proceso. Que quede claro: no se trata solo de un acto de indignación —es un portal hacia una nueva forma de exigir y decidir. 

Y quienes los detentaban, los que pensaban estar cómodos en sus cargos, deben saberlo: están siendo puestos en evidencia, y la generación que aspira a cambio ya tomó el micrófono.

Nuestro compromiso, es seguir amplificando su voz.

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