EL GOLPE DE REALIDAD

DESTACADOS, OPINIÓN, RADAR

El Radar
Por Jesús Aguilar

¿Qué podemos esperar de Claudia en la realidad?
¿Cómo lidiar de inmediato con un país en llamas sin seguir acudiendo a la “continuidad”?
¿Cómo entender hasta dónde la va a afectar su propia herencia maldita que radica en recibir estados como Guerrero, azotado por el temporal y el crimen organizado?
¿Qué posición tendrá ante la macabra decapitación del flamante alcalde de Chilpancingo Alejandro Arcos Catalán?
¿Cómo dar una verdadera cara a la ciudadanía ante la crisis de seguridad en Sinaloa, los incendios de locales en Zapopan, Jalisco, las carreteras tomadas en Michoacán y los migrantes muertos en Chiapas?
La administración de expectativas es clave para gobernar, especialmente al inicio de una nueva administración.
En el caso de la Presidenta Claudia Sheinbaum, su estrategia de comunicación política ha fallado. Pese a asumir la presidencia con altas expectativas, las encuestas muestran que muchos esperan mejoras en la economía, pobreza, seguridad y corrupción, aunque las expectativas generales son menores en comparación con las de López Obrador.
Sheinbaum enfrenta desafíos como la falta de un bono prolongado de confianza y la herencia de la polarización de su antecesor.
Al ser considerada la “heredera” formal del Obradorato, Sheinbaum comparte expectativas complicadas, porque por una parte al ser la primera mujer en la historia en ocupar el cargo logra hacer albergar grandes esperanzas de otro estilo de liderazgo y dirección del país, ha insistido desde campaña, en su transición y ahora en el poder que ella representa el “segundo piso” de la cuarta transformación, en una doble colocación de su proyección, porque por una parte le da “seguridad” a los feligreses que construyó AMLO durante décadas pero también convoca a otros que a pesar de no verlo con simpatía, tienen un moderado optimismo en que ella pueda encontrar un mejor punto en la conducción de la república.
De cualquier manera, ése bono democrático es mucho más corto, la narrativa de la continuidad, y ella misma al haber conservado al menos un tercio del gabinete del tabasqueño en su gobierno, estaría obligada a ofrecer mejores resultados casi de inmediato.
Sin soslayar que su equipo de comunicación ha demostrado deficiencias al no lograr colocar temas clave en redes sociales y al cometer errores durante su discurso de los 100 compromisos.
Inmediatamente la Suprema Corte de Justicia le mandó un tirabuzón al rostro al votar la revisión de la reforma judicial que llevó a lo más alto las tensiones entre el polarizado México que le heredaron. Ya en su primer fin de semana como Presidenta, Sheinbaum dijo en un evento en Tizayuca: “Eso ya es una reforma constitucional, ya fue publicada, así lo decidió el pueblo de México, significa que el proóximo año se va a votar en junio por jueces, magistrados y por ministros y ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Así que, aunque quieran decir que eso no puede ser, ya es parte de la Constitución de la República. Así que el próximo año vamos a elegir al Poder Judicial”.
Su primer año de gobierno además será complicado debido a las restricciones presupuestarias heredadas del gobierno anterior. Para poder cumplir sus promesas, necesitará mejorar la comunicación política y gestionar mejor las expectativas. A diferencia de López Obrador, Sheinbaum no busca una política basada en la polarización, sino que debe encontrar formas de proyectar sus fortalezas de manera eficiente.
Ifigenia Martínez y Hernández, la Presidenta nonagenaria del Congreso de la Unión, la mujer luchadora desde la academia y la arena política, la fundadora junto con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñóz Ledo de la corriente democrática del PRI, después de su escición, del Frente Democrático Nacional y después fundadora del hoy extinto PRD, murió y justo en su funeral se encontró con la ministra Norma Piña, Presidenta de la Corte.
Al márgen de sus díceres y conductas continuistas, Sheinbaum debería reflexionar justo sobre las palabras de la gran Ifigenia que en el discurso en la ceremonia de transmisión de poderes que no alcanzó a leer por su condición física decía: “Hoy, más que nunca, necesitamos tender puentes entre todas las fuerzas políticas, dialogar sobre nuestras divergencias y construir, juntas y juntos, un país más justo y solidario.”

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