EL GRITO DEL PATRIOTERISMO MEXICANO

DESTACADOS, OPINIÓN, RADAR

El RADAR
Por Jesús Aguilar
En el México contemporáneo, bajo el mandato de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su proyecto de la Cuarta Transformación (4T), ha emergido un fenómeno de patrioterismo que mezcla elementos de nacionalismo, control político centralizado y tensiones crecientes en la relación bilateral con Estados Unidos. Este movimiento, aunque ampliamente apoyado por sectores populares, ha generado preocupación entre críticos por el debilitamiento de la separación de poderes y la construcción de una narrativa política que puede justificar prácticas que desafían el estado de derecho.
Nacionalismo en el Discurso de la 4T
El nacionalismo de la 4T ha sido una herramienta política fundamental para mantener una base electoral sólida y movilizada. Desde el inicio de su gobierno, AMLO ha apelado constantemente a los símbolos nacionales, la historia revolucionaria y la “defensa de la soberanía” como elementos clave de su retórica. Este nuevo patrioterismo, sin embargo, ha sido criticado por ser selectivo y orientado más hacia el fortalecimiento del control político que hacia una verdadera independencia económica o soberanía política.
La constante mención de un México “fuerte” y “soberano” se utiliza, en parte, para desafiar la influencia de Estados Unidos en temas que van desde el tráfico de drogas hasta las políticas comerciales. AMLO ha subrayado que su administración no se someterá a los intereses de potencias extranjeras, lo que ha generado tensiones en la relación bilateral. Por ejemplo, su negativa a aceptar ciertas posturas estadounidenses en temas de seguridad ha complicado la cooperación en la lucha contra el narcotráfico, como se evidenció en las fricciones diplomáticas derivadas de la Ley de Seguridad Nacional aprobada en 2021
Supra Control de los Poderes: ¿Desaparición de la Separación?
Uno de los elementos más alarmantes del patrioterismo en la 4T ha sido el supracontrol de los poderes del Estado, que se manifiesta en la concentración del poder en el Ejecutivo y la erosión de la independencia de los otros poderes. Las reformas y cambios impulsados por el presidente y su partido, Morena, han dejado de lado la tradicional separación de poderes, un pilar del constitucionalismo mexicano.
El caso del Poder Judicial es particularmente sintomático de este fenómeno. AMLO ha criticado duramente a los jueces que no han fallado a su favor y ha impulsado reformas para modificar su estructura y funciones, con la intención de alinear su actuación con los intereses de la 4T. El proyecto de reforma al Poder Judicial ha sido percibido como una forma de subordinar este poder al Ejecutivo, debilitando su autonomía.
En términos legislativos, la hegemonía de Morena en el Congreso ha facilitado la aprobación de reformas sin el debido contrapeso de una oposición efectiva. Esto ha derivado en una dinámica de poder casi absoluto del Ejecutivo, que se expresa en la aprobación expedita de leyes que favorecen su proyecto, muchas veces sin suficiente debate o análisis profundo. Ejemplos de esto son las reformas energéticas que priorizan a las empresas del Estado sobre las privadas y que han generado roces con Estados Unidos debido a violaciones de acuerdos comerciales internacionales, como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
La Movilización de la Masa Electoral
El patrioterismo de la 4T no se entiende sin la movilización de una base electoral masiva, que ha sido clave para avalar decisiones que en otros contextos podrían considerarse cuestionables desde el punto de vista legal. AMLO ha cultivado una relación cercana y directa con su base a través de sus conferencias matutinas, donde controla la narrativa mediática y enmarca las decisiones de su gobierno como necesarias para “rescatar” a México del pasado corrupto.
Este control narrativo, alimentado por el nacionalismo, ha permitido que un importante sector de la población apoye decisiones polémicas como el desmantelamiento de instituciones autónomas, entre ellas el Instituto Nacional Electoral (INE), o la militarización de la seguridad pública. La Guardia Nacional, inicialmente creada con un carácter civil, ha pasado progresivamente a ser controlada por las Fuerzas Armadas, lo que ha suscitado críticas por su impacto en la democracia y el respeto a los derechos humanos.
La masa electoral que sigue fielmente al presidente no solo avala estos movimientos, sino que, en muchos casos, los percibe como necesarios para combatir los “enemigos internos y externos” que AMLO identifica constantemente. En este sentido, el patrioterismo se convierte en una herramienta de legitimación de políticas que, aunque discutibles en términos legales y constitucionales, cuentan con un importante respaldo popular.
Conclusión
El nuevo patrioterismo mexicano bajo la 4T representa una mezcla de nacionalismo defensivo, concentración del poder y movilización de masas. Si bien ha permitido a AMLO consolidar su proyecto político, también ha generado tensiones tanto internas como externas. En el plano interno, ha debilitado la separación de poderes y el estado de derecho; en el externo, ha tensionado la relación con Estados Unidos y otras potencias. En última instancia, este patrioterismo apela a una noción de soberanía y legitimidad que, más que fortalecer la democracia, tiende a consolidar el poder en manos del Ejecutivo, alentado por una base electoral que avala casi cualquier decisión, sin importar su legalidad o implicaciones de largo plazo.

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