Lo esperan, no como quisieran. La familia de Cecilio Alejandro Mendoza Baltazar aguarda por el cuerpo del destacado estudiante que fue concejal de su bachillerato, héroe para su hermano y motivo de asombro para sus tíos y padres, que sabían de su enorme capacidad intelectual, además de su extraordinaria responsabilidad que superaba a la de los adultos que lo rodeaban.
Su tío relata, trémulo de coraje, que ninguna autoridad educativa del Cobach 14 les avisó del accidente. De hecho, Amador Sánchez Sánchez, con los ojos inyectados de lágrimas, supo que su sobrino, al que amaba como un hijo, venía viajando por Rioverde a las 4 de la tarde, porque le mandó un mensaje por WhatsApp, luego ya no supo nada.
A las 9:40 de la noche de este martes negro, le escribía desesperado a Alex -como solían llamar al muchacho alto e inteligente- para que le explicara por qué no había llegado.
Un sobrino le avisó por teléfono, que en el Facebook había una notificación sobre un accidente en el que habían muerto varias personas.
Amador agarró su camioneta y a una velocidad inmoderada, porque no se puede tener prudencia cuando se trata de la vida de quien se ama, llegó una hora y media después a Rioverde, al lugar de los hechos, al tramo carretero donde una caja de tráiler había herido de muerte a su sobrino, casi su hijo.
Responsable hasta la muerte
Entre gritos de socorristas y de policías, extrajeron a Alex, todavía con vida de la masa de fierros y de cuerpos de sus compañeros. Lo llevaron al hospital general de Rioverde, donde murió tres horas después. Pero antes, en sus últimos estertores, Alex dijo de memoria los nombres de todos los que viajaban con él. Gracias a eso, los peritos pudieron saber quiénes eran los que yacían sobre el ramal carretero, algunos, todavía bajo la caja del tráiler.
Su tío al que incluso regañaba cuando era imprudente y que hoy lo llora, lo reconoció en el Servicio Médico Forense del municipio de Rioverde.
Acababa de morir el concejal del COBACH, el hijo prodigio que quería estudiar mecatronica, el muchacho que ayudaba a sus padres afanosamente en el negocio de plásticos de la familia, el campeón de Handball, el bailarín folclórico, el hermano protector, el líder natural de toda una familia, que ya no regresó a la escarpada Tancanhuitz.
Demanda civil
El tío está junto al hermano de Alex, Joaquín, quien lloró sin freno, cuando recordó que su ejemplo de vida le apodaba “Gugu” (por los sonidos que hacía de bebé) y fue enfático. Dijo que interpondrían una demanda civil contra los profesores que viajaban a la vanguardia de la camioneta que terminó aplastada en carretera y contra el Cobach y sus autoridades por no haberse hecho responsables del regreso de esos menores de edad que nunca volverán a bromear y a estudiar en las aulas del plantel. De hecho, agregó que no se efectuó el homenaje póstumo de los jóvenes en las instalaciones de la escuela porque los enojados padres de los fallecidos no lo quisieron, ya que están furiosos por la ir responsabilidad de los mentores y del director, que no avisaron de la tragedia a nadie.
Cecilio Alejandro, siempre sonreía. No había problema que lo alterara. Su genio era patente. Por su cuenta, una vez creó gas natural con desechos con los que fabricó una hornilla, sólo por el placer de ver que podía hacerlo. Ya no volvió a casa de su triunfo en un concurso estatal. Un accidente espantoso en la autovía le quitó todo lo que pudo haber sido a las 4 y 10 de la tarde del martes 19 de mayo de 2015.
Fuente: Pulso