“El padre Huerta manoseaba mis genitales, besaba mis labios e introducía su lengua dentro de mi boca, frotaba los genitales hasta que él eyaculaba. Tomaba mis manos y las conducía hasta sus genitales, todo esto con una intención manifiestamente libidinosa”.
La historia del sacerdote mexicano que abusó sexualmente de un adolescente en un seminario de Venezuela llegó a su fin. Hace unos días, la orden de los paulinos –una pequeña congregación que no supera los 70 integrantes en México– anunció que, luego de 20 años de ocurridos los hechos, el religioso Juan Arcadio Huerta Ibarra fue separado de la iglesia católica.
“Nuestra organización Spes viva AC., derechos de la infancia, informa que se ha hecho oficial la salida del ministerio sacerdotal de Juan Arcadio Huerta Ibarra, quien asimismo ha sido separado de la comunidad religiosa Sociedad San Pablo. Esto fue informado mediante una comunicación directa fechada el 12 de mayo y firmada por el secretario general de esa orden religiosa, dirigida a nuestro compañero de organización José Leonardo Araujo Araque, quien fue víctima de abuso sexual por parte de Huerta Ibarra hace dos décadas, cuando Araujo tenía 13 años de edad en Mérida, Venezuela”, señala un escueto comunicado.
“Esta salida de Huerta Ibarra del sacerdocio se produjo luego de un largo y penoso proceso penal administrativo, ventilado mediante los mecanismos canónicos de la Iglesia católica, a raíz de una denuncia por abuso sexual interpuesta por Araujo Araque hace 3 años”.
El sacerdote estuvo refugiado en México desde hace tres años y se le veía conviviendo con jóvenes seminaristas, según pudo constatar esta reportera en agosto del 2019, durante un evento religioso en la Basílica de Guadalupe.
Dieciocho años después de haber sufrido los abusos sexuales por Juan Huerta quien tenía en ese entonces 46 años de edad, José Leonardo Araujo Araque decidió denunciarlo tras sufrir una serie de malestares físicos y emocionales.
El venezolano contó a las autoridades eclesiásticas que padeció llanto, dolencias físicas, insomnio y ansiedad. También le diagnosticaron “un estado depresivo mayor con una pronunciada ideación suicida”. Intentó quitarse la vida en dos ocasiones.
Las denuncias
La denuncia penal la interpuso el 25 de julio del 2019, ante la Fiscalía 10ª del Ministerio Público Superior de la Circunscripción Judicial del Estado de Mérida en Venezuela No.MP-186133-2019. Y la eclesial en marzo del 2019, archivada por las autoridades religiosas de ese país.
En éstas describió: “En una de las ocasiones que yo pernoctaba en el sitio, me invitó a su habitación personal y me pidió que durmiera allí, lo cual repitió durante un año. Durante estos encuentros, que se dieron de forma continuada, se suscitaron una serie de hechos donde él me hablaba, pues yo dormía en una cama que estaba bajo la suya y me conminaba a acostarme al lado suyo”.
Ante el silencio de las autoridades eclesiásticas de Venezuela, el encubrimiento de los provinciales paulinos en México, José Faustino Hernández Estevéz y Oliverio Mondragón, y luego de confirmar que su agresor se encontraba en México, envió correos a la nunciatura apostólica y a la Conferencia del Episcopado mexicano en diciembre del 2019.
Por instrucciones del entonces nuncio apostólico Franco Coppola, el expediente fue enviado al Vaticano en noviembre de 2021.
La reparación del daño
En entrevista con MILENIO, José Leonardo consideró que el escueto comunicado de los paulinos no cumple con lo demandado. “Espero que la congregación en México me envíe otro documento en donde se ofrezca una disculpa pública, se aclare que fue expulsado del sacerdocio por abuso sexual, porque en la lectura del comunicado parece que él pidió la dispensa (salida)”, dijo.
“Además, los paulinos por lo menos deberían de reflejar en el texto estar apenados como institución, por lo menos que reconozcan el dolor de uno y reparen el daño”, añadió.
José Leonardo considera que la lucha en contra de la pederastia clerical no termina con ese comunicado. Desde México, al lado de la organización Spes Viva, buscará que el delito de abuso sexual no prescriba y homologar las leyes estatales.
En estos momentos, el ahora abogado de 34 años, desea cerrar este ciclo de su vida. “Me siento con mucha paz, sé que actué y obré conforme a la verdad y a lo que me dictó mi conciencia”
La congregación de San Pablo en México aseguró en un comunicado que trabaja en una propuesta de reparación del daño del abuso. “En un escenario de crisis económicas recurrentes, pandemias y reducción de personal… los gastos generados por las terapias y medicamentos” que se le ofrecen a José Leonardo serán asumidos por la sede mexicana.
“La Sociedad de San Pablo… asume su rol de corresponsable solidaria y busca la incorporación plena de las víctimas, así como un seguimiento responsable del culpable”.
Al conocer el comunicado, José Leonardo consideró que “es una vergüenza que ellos digan que sospechaban de mí, porque demuestra la poca compasión de la Iglesia. Una vez más sabemos con quién nos enfrentamos. Se me hace incómodo que ellos comiencen a decir que examinarán, según sus fuerzas, la reparación del daño”.
Y añadió: “Yo creo que para un daño moral de esta naturaleza nada es completo para repararlo, para que ellos salgan a decir esto, se ve por dónde van los tiros ante una reparación del daño. El que ellos digan que nunca supieron de los hechos, es una mentira. En la casa religiosa donde fueron los abusos otro religioso se dio cuenta de que esa es la verdad, no la que ellos ahora quieren cambiar”.
Milenio