La complejidad de las sociedades y democracias modernas se refleja, necesariamente, en las causas de la violencia, del delito, de la sensación de inseguridad de las personas y en el crecimiento de los años de vida saludable perdidos. La interrelación de los factores sociales, demográficos y económicos, sumados a la integración de las naciones en una cada vez más desarrollada comunidad internacional, aparejan la necesidad indispensable de respuestas sofisticadas, integrales y preventivas al fenómeno de una delincuencia creciente y transnacional por parte de los policías del mundo. No en vano, las más evolucionadas han debido introducir profundas modificaciones en sus estructuras, marco jurídico regulatorio y filosofía de funcionamiento.
La Policía, particularmente la Local o Municipal, está en inmejorables condiciones, por su cercanía a la comunidad, por su despliegue en todo el territorio y por su misión específica, de conocer profundamente las variables sociales y las circunstancias que influyen en la evolución del delito y de las conductas de los criminales.
Posee, además, numerosas especialidades que la hacen un agente importante al momento de integrar equipos multidisciplinarios de análisis permanente de situación y del trabajo integral en prevención. El delito además de considerarse desde el punto de vista jurídico penal, puede ser analizado como un hecho social. El ser humano es gregario por su naturaleza inherente y cuando se asocia e interrelaciona con otros genera reglas básicas de convivencia social que reconocen mandatos morales, creencias y valores compartidos o, al menos, consensuados. Asimismo, es libre por naturaleza. Por ello incursiona en la infracción o en la presión como forma de responder a la realidad que se le impone.
Por ello la función preventiva de la Policía Local y de la Policía Municipal debe extenderse necesariamente a los fenómenos sociales, siendo un actor principal en la detección de la cadena de causalidad de los factores que propician al existencia, reproducción y cambio de las conductas infracciónales y delictiva. A través de este proceso surgen tres niveles de intervención policial en materia preventiva mediante su participación en programas de prevención con participación social, que son acciones de fondo que van mucho más allá de la reacción operativa, que es la materia del grueso de las actuación de las Policías Federales o Nacionales:
o La actuación sobre el nexo que une a las precondiciones con las causas generadoras del delito o de los comportamientos violentos (primaria),
o La intervención en el nexo existente entre las causas identificadas y sus efectos (secundaria),
o La actividad posible de ser desarrollada sobre el nexo que une los efectos con las consecuencias para evitar la reincidencia (terciaria)
Es por ello que la tarea de prevención la Policía Local y la Policía Municipal no pueden ni deben actuar solas, sino mancomunadamente con otros actores y principalmente con las personas que son su esencial sujeto de protección. Esto implica tener capacidad para consultar, escuchar, generar compromisos, coparticipar, corresponsabilizarse. Esto solo podrá lograrse con Corporaciones Policiales cercanas a la gente, atentas a sus necesidades cotidianas en materia de Seguridad y Convivencia Ciudadana, que no pierdan de vista que, aunque deben intervenir en tareas de reacción y confrontación de actividades delictivas violentas, su función principal, por la naturaleza próxima a los ciudadanos de los niveles de gobierno a que pertenecen, debe de ser eminentemente Preventiva. Solo así será posible reducir, en el mediano y largo plazo, la necesidad de que las Instituciones de Seguridad Pública deban llegar al extremo de los enfrentamientos violentos y con daños colaterales enormes que vemos y vivimos actualmente en México. El Programa Nacional de Prevención del Delito establecido por el Gobierno Federal es un paso alentador en ese sentido.
Gracias y hasta la próxima semana¡
Juan Felipe Sánchez Rocha
Twitter: @JFSR_SLP
