“El peor amanecer de mi vida”, dice una ucraniana tras ataque de Rusia

El fragmento de un misil perforó el techo del apartamento de Mikhail Shcherbakov en Járkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania. Un ataque ruso había dado en el blanco.

“Escuché ruido y me desperté. Me di cuenta de que sonaba como artillería”, dijo Shcherbakov. Saltó del sofá y corrió a despertar a su madre. Luego explotó algo detrás de él.

El misil dejó una computadora cercana y una taza de té cubiertas de polvo, reflejos instantáneos de la última crisis en Europa.

“Hoy tuve el peor amanecer de mi vida”

“Hoy tuve el peor amanecer de mi vida”, dijo otra residente de Járkiv, que solo se identificó como Sasha. Corrió a su balcón y se dio cuenta de que los ruidos que la habían despertado no eran fuegos artificiales.

Muchos parecían inseguros de cómo reaccionar. La calle principal de Kiev, Khreshchatyk, estaba llena de nerviosismo, con la gente revisando sus celulares. Algunos paseaban a sus perros o saludaban a sus amigos.

“No tengo miedo en este momento. Tal vez me asuste más tarde”, comentó el residente Maxim Prudskoi.

Pero en otra parte de la capital, Anna Dovnya estaba aterrorizada. Veía cómo los soldados y la policía retiraban la metralla de un proyectil que explotó. “Hemos perdido toda la fe”, dijo. “Hasta el último momento, no creí que sucedería. Simplemente, hice estos pensamientos a un lado”.

En Mariúpol, una ciudad a orillas del mar de Azov que muchos temían que fuera el primer objetivo principal debido a su importancia estratégica, los periodistas de The Associated Press vieron escenas similares, de una mezcla de rutina y miedo.

Algunos residentes esperaban en las paradas de autobús, aparentemente de camino al trabajo, mientras otros se apresuraban a abandonar la ciudad que está a apenas unos 15 kilómetros (menos de 10 millas) de la línea del frente con la República Popular de Donetsk, una de las dos áreas controladas por los separatistas y que el presidente ruso, Vladimir Putin, reconoció esta semana como independiente, en un preludio del ataque.

“No puedo hacer nada. Estoy atrapado aquí”, afirmó un residente de Mariúpol que solo dio su primer nombre, Maxim, después de correr en vano por la ciudad desde el amanecer en busca de dinero en efectivo o llenar su tanque de gasolina.

En un supermercado, la jubilada Anna Efimova estaba preocupada por su madre, quien estaba ocupada, agregó, llenando su sótano con suministros. “No hay a dónde correr, ¿dónde podemos correr?”, preguntó.

Mientras avanzaba el día, crecía la sensación de alarma en Ucrania. La gente abarrotaba las tiendas de comestibles. En Járkiv, varios residentes preocupados observaban los fragmentos de material militar esparcidos por un parque infantil.

El alcalde de Kiev, Vitaly Klitschko, pidió a los tres millones de habitantes de la ciudad que permanezcan en sus casas a menos que trabajen en sectores críticos. Pidió que todos preparen bolsas con artículos de primera necesidad, como medicamentos y documentos.

Desde hace semanas, el presidente Volodymyr Zelenskyy había tratado de moderar las expectativas de un ataque ruso, incluso cuando las advertencias de Estados Unidos se volvieron más urgentes. Zelenskyy argumentó que el pánico conduciría a una desestabilización social, algo que podría darle una ventaja táctica a Rusia, tanto como sus 150 mil soldados que se cree que se habían concentrado en las fronteras de la nación.

El jueves, cuando el presidente impuso la ley marcial, los ucranianos se dieron cuenta de que todo estaba cambiando.
“Siento pánico, miedo y ansiedad. No sé a quién debería pedir ayuda”, comentó Elizaveta Melnik, una residente de Kiev. “No pensábamos que llegaría esta situación”.

Informador

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