A principios de 2009, la sociedad mexicana y la comunidad internacional quedaron conmocionadas por la detención de Santiago Meza López, conocido como ‘El Pozolero’. Este hombre robusto, vinculado al Cártel de Tijuana, se había destacado como uno de los 20 fugitivos más buscados por el FBI, siendo el responsable confeso de la desaparición de al menos 300 personas.
La brutalidad de sus métodos y su afiliación a la organización de los Arellano Félix no solo lo llevó a ser conocido como ‘El Pozolero’, sino que evidenció el recrudecimiento de la violencia en México a niveles sin precedentes.
Santiago Meza López, originario de Sinaloa, encontró en la delincuencia organizada una vía para multiplicar sus ingresos, pasando de ser albañil a desempeñar uno de los roles más atroces: la desaparición de cuerpos. Su escalofriante historia comenzó a tomar forma en 1996 cuando fue reclutado por los Arellano Félix, y durante nueve años, realizó la espeluznante tarea de disolver cuerpos en tambores con ácido.
La crisis de desaparecidos en México, evidenciada por casos como el de ‘El Pozolero’, ha dejado a miles de familias con incertidumbre y ha complicado las labores de localización de personas desaparecidas. Este oscuro episodio refleja cómo las organizaciones delictivas recurren a métodos atroces para evitar la identificación de las víctimas y perpetuar la impunidad.
Santiago Meza López, pese a sus sentencias y su larga estadía en prisión, se convierte en un símbolo de la violencia desatada en México. A través de su historia, se vislumbra el espiral de violencia que afecta al país, dejando tras de sí un rastro de desaparecidos y víctimas. Su papel como ‘El Pozolero’ se mantiene como un capítulo siniestro en la trágica narrativa de la violencia mexicana.