El editorial de Antena
LA LIBERACIÓN DE VERÓNICA Y LAS MUJERES INSUMISAS.
Por Jesús Aguilar.
@jesusaguilarslp
Miedos a causa de una cultura engañosa donde se nos ha dicho
que la sumisión es una virtud. Virtud sólo para las damas.
Poema Sumisión y miedos, de Luisa Leston Celorio, escritora asturiana
El fin de semana Verónica Rodríguez, primera dirigente panista estatal mujer también ya pasó a la historia no solo por su condición genérica, sino porque rompió en público desatándose y liberándose de la soga del sometimiento de quien fue su impulsor, líder y hasta ahora su gestor, el diputado federal Xavier Azuara Zúñiga.
En su cara, y con la presencia de la mayoría de los consejeros estatales del partido blanquiazul se deslindó de Azuara, apeló a la dignidad personal y política del panismo y lanzó arengas proclamando su negación a mantenerse en un esclavismo político, haciéndo clara referencia a Azuara.
La historia no es nueva y en estos espacios la hemos venido consignando, pero es en un periodo previo de más de 6 meses en el que el hilo que sostenía la relación y los términos de la misma entre Rodríguez y Azuara había ya sido estirado de forma fatal.
Azuara “colocó” en esta posición a su sucesor con el que también terminó confronado, Juan Francisco Aguilar, después empujó la llegada de la treintañera Rodríguez Hernández.
Verónica asumió decididamente asumir su rol de dirigir y liderar, esa es una virtud de valentía que implica una gran responsabilidad y costos, como individuo y en su personaje político público, pero asumirlos ya es un triunfo que no habíamos visto en el grillerío casero desde hace mucho tiempo.
Las lección hoy debe ser para todo el panismo potosino, pero implicaría poner también las barbas a remojar de los demás protagonistas del escenario local, donde vemos aplastantes tótems políticos forjando lealtades prácticas con poco fondo y liderazgos naturales también poco cobijados por sus propios partidos.
¿Qué consecuencias debería de tener la decisión de Verónica Rodríguez de soltar la rienda que lo ataba a la línea dura y desgastante que le implicaba con Azuara Zuñiga?
Aún nadie puede tener un cálculo de saldos insolutos después de este manotazo, tampoco se puede medir con exactitud cuánto afectaría que la decisión clave de su rebelión implica abrir la puerta de las alianzas en el plano local con la “joya de la corona” en juego, la candidatura a la alcaldía de la capital que hay tenido tonos azules en los dos últimos juegos pero con externos como fueron Nava y Galindo.
¿Cómo debería de preverse que ya haya todos los signos de división y confrontación entre partidos y sus dirigencias prácticas o de facto en el Frente?
¿Cómo afectará en los cálculos del tablero local general y de MC en particular la caída de la precandidatura presidencial de Samuel García y cómo esto reposicionaría al Frente como una opción real para pelear la presidencia y el congreso federal?
Debemos concentrarnos en que la toma de distancia y poder en el PAN local de Verónica Rodríguez no necesariamente mantiene las cuotas de poder real hacía afuera del partido, su intríngulis perverso de mantener controlado al consejo político y a una militancia que apenas bordea los 8 mil militantes tampoco es garantía, por eso hoy las voces que piden a rajatabla su “cuota” asumiendo que pueden “controlar” a los 90 mil votantes capitalinos promedio que dicen asegurar son verborrea volátil, nada asegura que un apellido o una campaña abierta o cerrada, directa o velada puedan hoy convertir a alguien en un producto electoral realmente rentable y los recovecos de la conciencia electoral capitalina son diferentea a cualquiera, importan cosas aquí que en otros lados no, y el voto diferenciado puede aparecer como un espectro detonante de las peores desgracias oníricas para los participantes de la rebatinga.
También hay que diferenciar en el golpe de mesa de Verónica Rodríguez su “momentum” político personal y partidista de un exhorto profundo a ser una representante legítima de un ahogado grito de las mujeres potosinas que pudiesen ver en ella una via real para lograr ecos sonoros y aterrizables en el clásico concierto de machismos y misoginia entonado siempre por los coros parroquianos.
Hoy, aproximadamente un tercio de la población mexicana cree que el país no está preparado para una mujer presidente, según las encuestas que indican una resistencia del 32 por ciento a la alternancia de género en el más alto cargo. Inclusive la reciente decisión de Samuel García de permanecer como gobernador de Nuevo León ha impulsado a MC a buscar un nuevo candidato.
El principio constitucional de paridad de género, instituido en 2019, demostró su primer impacto positivo en 2021, con siete gobernadoras ocupando el cargo de manera simultánea, un logro que iguala la acumulación histórica total desde el innovador nombramiento de Griselda Álvarez como la primera mujer ejecutiva estatal en 1979.
A pesar de estos avances, analistas, políticos y activistas siguen siendo optimistas sobre la posibilidad de que la creciente presencia de mujeres en la administración pública contribuya a acabar con la resistencia machista de aquí a 2024. En la actualidad, una cuarta parte de las regiones de México están gobernadas por mujeres, y en las próximas campañas se cumplirá el requisito de que los partidos políticos designen al menos cinco candidatas de los nueve cargos que se disputarán en 2024.
Sin embargo, debajo de las estadísticas que revelan la feminización del poder, surgen contradicciones. En particular, la intención de voto masculina sigue siendo superior a la femenina. Un estudio reciente de Buró Parlamentario reveló que en Puebla la competitividad masculina a nivel municipal superó en dos dígitos a la femenina al analizar el comportamiento electoral entre 2000 y 2021.
Estas disparidades tienen su origen en condiciones inequitativas en las que las candidatas enfrentan retos que van desde la insuficiencia de recursos para sus campañas hasta ser postuladas en distritos donde históricamente sus partidos pierden, aunado a casos de violencia política de género.
Examinando el proceso electoral federal 2020-2021, las mujeres exhibieron una mayor participación electoral de 55.7%, comparado con 47.7% de los hombres. El abstencionismo masculino se sitúa 8 puntos por encima del femenino, con un 44,3% de mujeres inscritas que no votan en 2021, frente a un 52,3% de hombres.
Un análisis más detallado del Estudio de Participación Ciudadana 2021 revela una marcada brecha de género en la participación electoral entre los 25 y 44 años, alcanzándose la paridad entre los mayores de 60 años, grupo demográfico que presenta la mayor participación global con un 70%.
En las zonas rurales, la participación electoral de las mujeres superó a la de los hombres en casi 10 puntos, con un 60,2% de mujeres y un 50,8% de hombres. En los entornos urbanos, la diferencia en la participación electoral fue del 7,3%, con un 53% de mujeres y un 46,3% de hombres.
Curiosamente, a pesar de la evidente participación de las ciudadanas mexicanas en las elecciones, surge una desconexión cuando ellas mismas son las candidatas en la boleta electoral.
En San Luis Potosí, hoy habrá una senadora segura, la esposa del Gobernador Gallardo, Ruth González que ha tenido un destacado papel en el DIF y acompañando en la ruta de su política social a su esposo, pero sigue siendo una fórmula social, hay presidentas de los partidos tradicionales que perdieron la hegemonía con el aplastante triunfo de Gallardo, pero no son cabezas visibles ni notorias de un cambio de mentalidad en el manejo genérico ni en la presencia que las mujeres deben tener en el cambio de paradigmas y espacios, en el obligado desaprender lo que nuestro sistema de creencias y manejo de género nos implica, hoy Verónica Rodríguez tiene en frente la oportunidad de amplificar su decisión y Xavier Azuara el rectificar y no preparar un ajuste de cuentas, sino reacomodarse para sumar, Ruth González de demostrar que es, al margen de su marido, una digna representante de las mujeres potosinas. Sara Rocha, bueno, tiene en frente un larguísimo trayecto por recorrer hasta encontrar la brújula y el calendario para entender que su PRI no es el de los 80s y su figura no es la de Yoland Eugenia.