El Radar

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Por Jesús Aguilar@jesusaguilarslp

LOS DESAFÍOS DE CARLOS ARREOLA

Carlos Arreola Mallol, un joven de 29 años preside el consejo de MORENA en San Luis Potosí. Es la nueva cara y voz del Movimiento que lidera el Presidente López Obrador. Hoy más que apelar a MORENISMO, su dispositivo de explosión electoral es ya, asumido en primera persona por él, el OBRADORISMO.

Con la licencia de la dirigente estatal Rita Ozalia Rodríguez en su búsqueda de la candidatura al Senado, la estructura orgánica de MORENA es encabezada por 10 consejeros por distrito, de los 70 miembros de ese grupo, Arreola Mallol preside, desde ahí tiene la misión de ser la voz y representar a su partido en una mesa de negociaciones que no tiene fecha de establecimiento, pero si de caducidad, la del aterrizaje de la alianza en las elecciones locales del 24.

MORENA en su ancho de manga continúa teniendo opciones que “resuelve el pueblo sabio” que dicen encarnar a través de un libre y sesgado albedrío, pues en el caso de lo que les convenga someterán las decisiones y definiciones a “consenso” entre los que quedaron al cargo, o “encuestas” que siguen haciendo casas demoscópicas que nadie conoce, a veces ni ellos.

La dedocracia AMLISTA continúa el verdadero Sendero del Peje, que radica en la reconstrucción de los escenarios de lo público en la nación a imagen y semejanza del idealismo forjado hace décadas, un discurso plagado de lugares comunes que se compraban más por el pastor que por la doctrina, y justo eso es lo que hoy dinamita las preocupaciones de todos; AMLO no estará en la boleta, Claudia no se apellida López Obrador y las distancias en sus carismas son un arma de doble filo para la ciudadanía.

Por una parte le abre rutas de alternativas reales a una Claudia que tendrá tarde o temprano, (ojalá para su causa mucho más temprano y de una vez en su larguísima campaña) que tomar distancia del personaje, asumir su falibilidad y distinguir con consciencia entre lo que se hizo bien y reconocer que la corrección da confianza.

Arreola Mallol tiene hoy varios retos superlativos, ser una voz congruente y consciente al margen de su narrativa cuatroteísta tradicional, atreverse a discutir con argumentos y apertura lo que ha sucedido y retribuir a su alma mater un resultado digno, moderando la feroz militancia ciega y sorda que ha caracterizado estos tiempos de polarización y la aceptación de que necesitamos nuevos tiempos de unidad y discusión prudente, profunda y constructiva en la tesitura de que ni todo lo que se hizo antes es malo, ni todo lo que se ha hecho después es bueno por decreto.

Arreola debe ser una opinión decisiva que genere contrapesos reales en la burbuja de poder Morenista, rejurgitar la “meritocracia” actual, cambiar el paradigma del paso de brigadista a tótem y ver con objetividad la irracionalidad de un verborreíco inestable que los pretende tripular.

Arreola tiene como desafío ser la voz de los que no han manipulado a MORENA a placer personal o encerrados en sus cuadradas convicciones, tiene que lidiar con el matrimonio por conveniencia que existe entre los vino-tinto y verdes en el estado, dividir las filias y amores por AMLO y Gallardo en utilidad electoral y el convencimiento natural de que las condiciones que enfrentan son atípicas, que nada está ganado nada más por la dispersión de millones en programas sociales y que la calle, en términos de aritmética electoral, no solo se gana con la homilía Obradorista, el asistencialismo no es un acto de fe.

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