Una serie de pasillos circulares conducen un laberinto, donde sólo la entrada y el centro están en uso. El mercado San Luis 400 tiene como núcleo la alimentación; en las orillas, las verduras, y al centro, las gorditas, pero todo el camino, de uno al otro, se encuentra vacío.
Doña Lucha pica papas pues hace gorditas, tiene 25 años en este lugar y asegura que su permanencia se debe a que “le hemos terqueado mucho”. Hoy tiene cuatro trabajadoras a su cargo, a quienes les paga 800 pesos semanales, pero dice que el mercado está “en malas condiciones” y esto se nota. “No hay vida en este mercado, no tenemos apoyo ni administrador”, lo que denota el completo abandono del gobierno del estado, pues el San Luis 400 no es parte del ayuntamiento, como muchos otros.
Comienza la jornada a las 7:30 y termina a las 4:30. La unidad judicial incrementó las ventas de comida, pero no de otros locales. Durante las vacaciones sus ventas bajan notablemente y el local pertenece al gobierno, no pagan renta o concesiones.
Todos los locatarios tienen un ritmo diferente: Karina López es costurera, y aunque sabe que el mercado “se queda vacío en tiempo de feria”, ella sigue trabajando “por que entra la escuela y la reparación de uniformes es buena temporada para mí”. Su jornada es de nueve de la mañana a seis de la tarde, sólo sale a comer de 2:30 a cuatro. Ella es madre soltera de dos niñas y sus ingresos son de 800 pesos semanales.
Más de 20 años tiene trabajando en los baños doña Cecy, quien es consciente de las carencias de este mercado, y da a conocer cómo es que las reparaciones, limpieza y todos los gastos del mercado corren por cuenta de los locatarios: “por eso muchos ya se fueron, pues no entra nada de dinero”. Aseveró que no tienen ningún tipo de seguridad social: “no contamos con apoyos de nada”.
Fuente: Jornada