Por: editorial Antena San Luis
Hay silencios que aturden más que un alud de palabras. Omar García Harfuch ha manejado un argumento evasivo y selectivo al intentar distanciarse de la Noche de Iguala. Para él, su ausencia física aquella noche lo exime de toda responsabilidad. Sin embargo, sería ingenuo pensar que las responsabilidades de un líder policiaco se limitan a ciertos momentos y lugares.
Si bien Harfuch no estaba presente la noche en que 43 estudiantes desaparecieron en Iguala, ¿qué sabía sobre las condiciones previas? Es difícil creer que un alto oficial de la Policía Federal en Guerrero no estuviera al tanto de la colusión criminal, dadas las evidencias que apuntan a la participación de diversas corporaciones policiales y del crimen organizado en la región.
La transición de Harfuch, de jefe de la Policía Federal en Guerrero a comisionado de la Gendarmería, no es una excusa. La tragedia de Ayotzinapa no se limitó a esa noche, y las actas de las reuniones subsiguientes, donde se construyó la polémica “verdad histórica”, son testimonio de ello.
Pero ahora, en un giro inesperado, Harfuch, sin antecedentes políticos claros, busca la candidatura de Morena para la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Y esta maniobra política involucra a Claudia Sheinbaum, una de las figuras más prominentes de la 4T.
El pasado familiar de Harfuch no debería ser un factor en su aspiración política, pero su silencio y evasión sobre Ayotzinapa son ensordecedores. Es sorprendente que Morena, que se presenta como el partido de la “regeneración nacional”, considere a un líder policiaco, con tantas incógnitas en su trayectoria, como una opción viable para gobernar la capital del país.
¿Es este el camino que Morena quiere tomar? ¿Confiar en la popularidad de un policía en lugar de desarrollar líderes políticos genuinos con valores y propuestas claras? Si ese es el caso, entonces, tal vez, la consigna de “haiga sido como haiga sido” no esté tan lejos de ser una realidad.
Las próximas elecciones serán cruciales para definir el rumbo de la Ciudad de México y del país. Sin embargo, los ciudadanos no deben conformarse con discursos vacíos o candidatos que eluden su responsabilidad. Es esencial exigir claridad, transparencia y un compromiso genuino con la justicia y la verdad.