Entre revisiones de loncheras y gasto extra: así se vive la Ley Antichatarra

DESTACADOS, LOCALES

La entrada en vigor de la llamada “Ley Antichatarra” el pasado 31 de marzo ha comenzado a cambiar los hábitos de consumo en muchas familias potosinas. Esta nueva norma prohíbe la venta de productos ultraprocesados en cooperativas y tienditas de primarias y secundarias en todo el país, lo que ha generado opiniones divididas entre madres, padres y tutores.

Algunos padres han señalado que ahora deben preparar alimentos más saludables para sus hijos, lo cual representa un reto en lo económico y lo práctico. Sofía Martínez, madre de dos menores en edad escolar, explicó que comer sano no es barato. “Antes compraba galletas y jugos para toda la semana. Ahora tengo que buscar opciones más sanas, y muchas veces se salen del presupuesto familiar”, comentó.

Por otro lado, también hay quienes celebran esta medida. Laura, madre de un niño de primaria, dijo que la ley le parece excelente porque antes los estudiantes consumían grandes cantidades de papitas y refrescos. “Esto los obliga a comer mejor”, opinó.

En las escuelas, la medida ha comenzado a aplicarse con revisiones en las loncheras de los alumnos, lo que ha causado molestia entre algunos padres. “A mis hijos les revisan la lonchera para ver qué llevan de comer, y eso no está bien. Son menores de edad, pero yo como padre soy quien decide qué deben comer”, declaró el papá de una niña de secundaria.

Aunque muchos padres apoyan la idea de mejorar la alimentación infantil, también consideran que la medida debería aplicarse de manera más pareja. Se encontró que varios tutores están de acuerdo con sustituir frituras, refrescos y dulces por fruta, yogurt o cereales sin azúcar, pero consideran que debe haber un control también fuera de las escuelas.

Jorge Ramírez, padre de una estudiante de secundaria, dijo que la ley ha hecho más complicada la rutina diaria. “Mis hijos estaban acostumbrados a llevar algo práctico. Ahora tengo que prepararles lonches todos los días, y eso implica más tiempo y dinero”, mencionó.

En contraste, hay quienes opinan que el problema está en el alcance limitado de la ley. Patricia, otra madre de familia, comentó: “Entiendo la intención, pero creo que cada familia debería decidir qué es mejor para sus hijos”.

Desde que se implementó la ley, ha quedado claro que no solo busca mejorar la salud de los estudiantes, sino que también ha tenido un impacto directo en las decisiones del hogar y en el gasto familiar. Para algunos, representa una buena oportunidad de cambio; para otros, una imposición difícil de cumplir.

La “Ley Antichatarra” aún deja preguntas abiertas, sobre todo porque no regula lo que se vende fuera de los planteles escolares. Mientras tanto, las familias potosinas siguen buscando cómo equilibrar una alimentación sana con un gasto que no afecte su economía.

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