La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal indemnizó con 70 mil pesos a cada una de las familias de las cinco personas que fallecieron en el Cerro de la Estrella a causa de mordidas provocadas por una jauría de perros en enero pasado.
Los familiares de las víctimas Samuel Martínez, Alejandra Ruiz García y Elizabeth Mendoza —quien falleció junto con su hijo de ocho meses— recibieron 70 mil pesos del Fondo de Atención a Víctimas del Delito. A los familiares de Gabriela se les otorgará la misma cantidades pero el pago aún está pendiente. Nancy Pacheco, quien resultó sólo con lesiones, recibió 50 mil pesos, se informó durante una reunión de la Comisión de Administración y Procuración de Justicia en la Asamblea Legislativa del DF con personal de la PGJDF.
De acuerdo con el informe realizado por peritos de la Procuraduría, de la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, de la Brigada de Protección Animal de la Secretaría de Seguridad Pública del DF y de la dirección de Zoológicos, entre otros, se concluyó que las víctimas fallecieron por hemorragia a consecuencia de mordeduras de caninos; se estableció que la ausencia de tejido blando en los cuerpos de las víctimas fueron por desprendimiento a causa de las mordidas de los animales.
El perito veterinario de la PGJDF, Mario Bricio aseguró que este caso es inédito ya que los perros estudiaron a las víctimas y los ataques duraron en promedio de 30 a 40 minutos, ya que se realizaron en conjunto.
Los 25 animales capturados por la PGJDF fueron sometidos a nueve pruebas de conducta, de los cuales 12 respondieron con amenaza de agresión intensa a los estímulos visuales y auditivos y no toleran el contacto directo ni se someten a medios de contención (collares) por lo que se consideraron, por sus características físicas y agresivas, de alta peligrosidad.
Los ejemplares más representativos son una hembra de color negro, dingo, un macho de color amarillo, y un macho de color café. Al dingo se le consideró la líder de la jauría cuyas características son especiales ya que sus dientes incisivos y caninos son más grandes de las características normales y difieren de otros perros que normalmente comen croquetas.
Los dictámenes forenses arrojaron que los dientes y arcadas de las mordidas en los cuerpos de las víctimas, así como las huellas en sus ropas, corresponden con los de los caninos. Además de que se constató que en el lugar había rastros de ropa de las víctimas y el dictamen de genética demuestra la existencia de ADN canino de un cachorro y una hembra.
Mauricio García, otro perito de la Procuraduría del DF, aseguró que aunque hay incredulidad sobre la capacidad agresiva de los perros, la fuerza de estos animales se da, dependiendo del número de integrantes de la jauría, ya que de manera natural al ser abandonados se agrupan para satisfacer sus necesidades, como en este caso ocurrió.
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