Envejecer en Cuba: una batalla diaria contra la pobreza

En Cuba, envejecer se ha convertido en un reto lleno de dificultades. La crisis económica que atraviesa la isla ha golpeado especialmente a los adultos mayores, quienes con pensiones mínimas apenas logran sobrevivir.

Según cifras oficiales, a finales de 2024 más del 25% de los 9.7 millones de habitantes del país tenía más de 60 años. Sin embargo, el 39% de los jubilados vive con apenas mil 528 pesos cubanos al mes, lo que equivale a solo 13 dólares al tipo de cambio oficial, o incluso apenas 4 dólares en el mercado informal.

Isidro Manuet, un anciano de 73 años, vende lo que puede en la calle para tener algo que comer. Como él, muchos otros adultos mayores intentan sobrevivir vendiendo café, cigarrillos o artículos usados, en medio de la peor crisis desde la caída del bloque soviético.

“La vida es una lucha diaria”, dice Manuet, mientras vende en un rincón de La Habana, donde la pobreza es evidente.

Por otro lado, Antonia Diez, de 70 años, también vende productos en la calle. Señala que su pensión no le alcanza ni para lo básico. Con mil 540 pesos apenas puede comprar unos 15 huevos. Como muchos otros ancianos, quedó sin el apoyo de sus hijos tras el éxodo migratorio que comenzó en 2022.

Las ayudas sociales también se han reducido. Antonia menciona que antes recibía alimentos por parte del gobierno, pero ya no llegan. Además, los cubanos deben completar su alimentación en tiendas que venden en dólares o negocios privados, con precios inalcanzables para la mayoría.

Eva Suárez, de 78 años, sobrevive gracias a un comedor comunitario donde paga solo 13 pesos por un plato de comida. A pesar de haber trabajado toda su vida, hoy depende de esa ayuda para comer.

Y para otros, la situación es aún más grave. Lucy Pérez, de 72 años, dice que su casa está en ruinas y que vive sin esperanza. “No tengo nada”, comenta, después de haberse retirado con una pensión de mil 600 pesos tras 36 años como economista.

En Cuba, envejecer se ha vuelto sinónimo de resistencia. Con poca ayuda del Estado, muchos adultos mayores luchan día a día por sobrevivir en un país donde el futuro, para ellos, parece cada vez más incierto.

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