Vecinos de lo que fuera el Hospital de Nuestra Señora de la Salud solicitan que la Guardia Nacional vigile el abandonado inmueble, convertido en refugio de pandilleros, ladrones de tuberías, “paracaidistas” y asaltantes de peatones.
El 30 de abril de 2007, el juez primero de distrito adjudicó el hospital al hoy finado empresario David Rangel Lozano, en pago parcial de un reclamo económico a la Unión de Crédito Regional, cerrada en 1999. El empresario reclamaba en 2007, con intereses y castigos por mora, $62`884,489.49.
Como el valor del hospital resultó insuficiente para cubrir el reclamo de Rangel Lozano, un juez quinto civil le otorgó la ampliación del embargo a la cuenta de cheques del hospital y el convenio con su cliente mayor y más seguro, Gobierno del Estado.
El embargo de cuentas hizo inviable financieramente el hospital; el acreedor se lo llevaba todo. De una ocupación de pacientes del 80 o 90 por ciento, el hospital pasó a la quiebra.
En el abandono, sin vigilancia durante años, el edificio ha sido un foco de problemas para los vecinos. Con frecuencia incursionan ladrones de tubería y cableado de cobre; a punta de pico o de barras de acero, han destruido paredes, plafones y pisos para extraerlos.
Una a una desaparecieron marcos de aluminio y fierro de las ventanas. Transformadores, equipo eléctrico. El saqueo empezó con los focos y calentadores, siguió con muebles vendibles y hasta piezas de alfombra. A la fecha, los vecinos oyen golpes en los muros.
Una pareja problemática y escandalosa se metió a vivir ahí hasta que los desalojaron. Unos pandilleros detenidos por la policía, regresaron y en venganza prendieron fuego a archivos y muebles. Asaltantes y ladrones de viviendas se refugian en el hospital abandonado y desde ahí operan.
Como durante años no han conseguido que autoridad local alguna vigile el inmueble, los vecinos creen que unos rondines de la Guardia Nacional evitarían que el lugar sea guarida de maleantes.
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