Fabián, el vengativo insignificante

El Radar

Por Jesús Aguilar.

El caso es grande y turbulento: la UASLP firma un contrato de arrendamiento con la empresa Distribuidora VEM S.A. de C.V. —representada legalmente por el ex diputado Fabián Espinosa Díaz de León— para un predio universitario. Luego, cuando surgen cuestionamientos públicos sobre el negocio, la forma ventajosa en la que planteó al interior de la Universidad y la abusiva estrategia de ventas que terminaba por cuadrar en un proyecto comercial y no deportivo como se debía realizar, Espinosa presenta denuncias por extorsión, cohecho, ejercicio abusivo de funciones, asociación delictuosa, etc., contra el Rector, la abogada general de la universidad el dueño de este medio y contra mi.
A más de 6 meses del hecho una vez más el ex diputado poca cosa lanzó un increíble petardazo. No hay ni notificaciones, ni ratificación por una simple razón, es otra de sus viles mentiras.
Un negocio leonino y perjudicial para la Universidad con complicidades internas y el aval de su pariente político Federico Garza y el ex abogado de la Universidad Joel González de Anda, que se cayó por ser ventajoso y perjudicial, cómo quien lo representa.

¿Dónde acaba la legítima defensa empresarial y dónde empieza la ofensiva política, el odio o la venganza personal?
Hay que ubicarnos, Fabían Espinosa no es, y nunca ha sido un actor público importante, era un grillo de café cuyo mayor logro era su cercanía con Juan Ramiro Robledo, avezado abogado y político que nunca se postularía para Rey del Carnaval. En los días más difíciles de la Uni en décadas, reaparece en medio de la tormenta para dar una entrevista extraña a Pulso que desde el título destila rencor y oportunismo. “Denuncia “ que fue objeto de un “clima de mentiras y desinformación” por parte de la universidad y de medios, que le habrían exigido dinero, elevación de renta o participación accionaria a cambio de no bloquearle el proyecto.

https://pulsoslp.com.mx/slp/el-contrataque-de-vemsa-a-la-uaslp/1980858#.XmaHuRpcRN4.whatsapp

Una victimización innecesaria, nadie le cree el berrinche visceral, no hay un solo argumento que le dé una oportunidad ni en los tribunales, ni en la opinión pública. La premisa de que “el qué acusa tiene que probar”, es un filoso boomerang para su incipiente causa.
Sus nuevas “denuncias mediáticas” van más allá de un reclamo contractual: hay un trasfondo de resentimiento profundo, igual que en su rompimiento con Robledo, más allá de los alegatos ideológicos o políticos, el verdadero fondo parece ser esa tremenda carga o presión de ser a sus setenta y tantos, el ya mérito de la política y los negocios, un solovino ladrante en el callejón de la insignificancia disfuncional.
Es legítimo reclamar fallas o incumplimientos, pero cuando esos reclamos se articulan como amenaza, chantaje o venganza, pierden su moralidad y suben de nivel hacia la ofensiva.

Aprovechamiento de la crisis universitaria para meter insidia
Que Fabián Espinosa use el momento para anunciar demandas multimillonarias pero que incluya en sus dichos la posibilidad de “negociar”, parece una nueva extorsión y que suceda precisamente cuando la universidad vive la semana en que explota un caso tan grave como el que se ha vivido recientemente, intensifica la percepción de que se trata de algo más que cuestiones jurídicas.

Patadas de ahogado envueltas en necesidad de venganza.
Se trata de posicionamiento, presión mediática, buscando a como de lugar desgaste institucional.
Y cuando un actor se mueve bajo esa lógica, la legitimidad de sus reclamos se disuelve.
A sus allegados debería de preocuparles que su avanzada edad y notable amargura le han hecho aún más insignificante, al menos en alcances. Evidentemente más expuesto al ridículo y el descrédito.
Espinosa declara que el rector habría exigido, a través de un empresario de medios como intermediario: mayor renta, apoyo económico en efectivo, participación accionaria.
Falso de toda falsedad, su “contrataque” es un mal chiste contado cuando ya se había cerrado el telón.

La universidad no es sólo una parte contratante: es un bien público que merece respeto institucional
La UASLP, como institución académica autónoma, tiene obligaciones que van más allá de firmar contratos: debe velar por su patrimonio, por la transparencia, por la imagen pública, por su comunidad. Que una empresa o su apoderado legal se mueva en un terreno de insinuaciones de “amistad que da derechos” o “trato preferencial que me deben” es incompatible con esa idea de servicio público.
En línea simple la cadena es está, una empresa con contrato universitario, un apoderado con vínculos personales que le benefician, un cambio de trato, un reclamo público, una denuncia penal cómo venganza.
Si la denuncia de Espinosa fuera legítima, su timing y modo serían mucho más discretos. Pero al lanzar acusaciones graves justo cuando la universidad está en crisis, al implicar a medios y figuras del entorno, al mezclar amistad rota con exigencia contractual, al demandar a todos menos a los que hicieron el negocio con él, la percepción pública se mueve hacia una ofensiva de pura bilis y revancha. Y en ese terreno, quien creyó que usaba al otro termina siendo usado por el espectáculo político.
La UASLP debe actuar con firmeza: defender su autonomía, revisar sus contratos, transparentar sus decisiones y, al mismo tiempo, recordar que las universidades no son escenario para venganzas personales o negocios de poder. Fabián Espinosa Díaz de León tiene derecho a reclamar lo que crea, pero ese derecho no ampara una estrategia donde el uso de la denuncia penal y la presión mediática parezcan instrumento de venganza. Solo lo ha exhibido aún más.
En el cruce de intereses legítimos y rencores personales, la víctima más grande siempre será la institución pública, la comunidad universitaria y, en última instancia, la confianza ciudadana en que los espacios académicos sirven para formación, no para ajustes de cuentas.
La insignificancia de Fabián es su derrota anticipada, no importa lo que diga.
Quién es él para ser el paladín que amenace con destruir a la Universidad como lo infirió en la publicación de Pulso?
La integridad de sus acciones públicas tienen un expediente tan largo como intrascendente, a nadie le importa que siga mintiendo a menos que pueda ser a su familia.
Tal vez por eso quiere seguir engañando a quien se deje sin cumplir con sus actos y ocultando lo que muy pronto no podrá seguir maquillando ya.

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