Alberto Fujimori, quien gobernó Perú de 1990 a 2000, ha muerto a los 86 años en su hogar de Lima, tras una larga batalla contra un cáncer de lengua. El ex presidente, que había sido excarcelado en diciembre debido a su condición de salud, falleció en su residencia donde se recuperaba de su tratamiento.
Su hija, Keiko Fujimori, anunció la noticia en redes sociales, pidiendo oraciones por el descanso eterno de su padre y agradeciendo a quienes lo apreciaron. Tras su muerte, algunos residentes realizaron homenajes improvisados en los alrededores de su casa en San Borja, destacando sus logros en la lucha contra el terrorismo y la estabilización económica del país.
No obstante, su mandato también está marcado por controversias. Críticos como el sociólogo Eduardo Toche han calificado su gobierno como el punto más bajo en la historia reciente del Perú, acusándolo de violar las normas y desmantelar instituciones fundamentales.
Durante su presidencia, Fujimori tomó medidas drásticas, incluyendo el cierre del Congreso en 1992 y la disolución del mismo, y reformó la Constitución para poder reelegirse en 1995 y 2000. Estos actos fueron considerados como un autogolpe de Estado.
Fujimori fue condenado a 25 años de prisión por graves violaciones a los derechos humanos, incluyendo secuestro y homicidio. Aunque cumplió una parte de su condena, fue liberado el diciembre pasado por razones humanitarias. Su fallecimiento ha generado reacciones mixtas, con algunos lamentando que no completara su condena, mientras que otros reconocen los desafíos que enfrentó su gobierno.
El ex presidente deja cuatro hijos, entre ellos Keiko Fujimori, quien ha intentado varias veces postularse a la presidencia. Su legado es complejo, con un impacto significativo tanto en la política como en la historia reciente de Perú.