Lo que falta es un cambio de cultura, que la gente aprenda a pensar con los ojos cerrados o en una silla de ruedas, para que se den cuenta de las actitudes que necesitan cambiar ya no se diga para ser más incluyentes hacia las personas con discapacidades físicas o los débiles visuales, sino para respetar sus más básicos derechos de tránsito, señaló Alejandro Fernández Montiel, director del Instituto para Ciegos y Débiles Visuales Ezequiel Hernández Romo.
“En ese sentido, hemos visto que tanto gobierno como los comerciantes establecidos han estado tratando de mejorar su infraestructura, ya no se construyen rampas sin salida, o demasiado angostas para una silla de ruedas normal, incluso se está intentando que los locatarios retiren y eleven sus toldos a las afueras de su negocio, para evitar que las personas ciegas o con deficiencias visuales se golpeen al estar estorbando el paso dichas estructuras”.
No se trata, aclara, de que se remuevan, sabemos que su necesidad es por el fuerte sol, simplemente pedimos que no estorben en el paso de un débil visual. Lo natural es que estos se vayan concentrando en dónde caminan, por lo que un obstáculo más arriba de la cintura pasa desapercibido si no se sabe previamente que está ahí.
De hecho, el mayor problema lo representan los ambulantes, pues es raro el tendajón que no tiene hilos o cordeles atravesados en la vía pública, y más aún, justo en medio del paso. También existen algunos locatarios que todavía tienen la costumbre o la necesidad de sacar parte de su negocio a las afueras de su local, lo que si no se hace con cuidado, y pensando tanto en los ciudadanos comunes como los débiles visuales, puede implicar riesgos. “Todo es una cuestión de concientización, en la cual buscamos avanzar”.
Y es que esos obstáculos pueden ser cosas meramente cosméticos, pero que pueden causar graves accidentes, como la costumbre que están tomando algunos vecinos de poner vitropisos a las afueras de sus cocheras. Con la pendiente y lo liso de dichos mosaicos, pueden hacer que casi cualquier persona pierda el equilibrio. Son un riesgo para todos.
Fuente: Jornada